
La Haya, Holanda. AFP. El Gobierno holandés recibió ayer numerosas críticas por la inevitable venta de su banco ABN Amro, símbolo de su liberalismo económico y del cual siempre se vanaglorió, a un consorcio de bancos foráneos que lo desmantelará tras la compra.
“Su desaparición no era necesaria”, tituló ayer el diario de izquierda De Volkskrant precisando que se pudo intervenir oportunamente para evitar la venta.
La venta de ABN Amro –por el que pujan dos ofertas– es histórica pues hay en juego una suma sin precedentes de $98.000 millones y por el proyecto del consorcio de tres bancos que, de comprarlo, desmembrará sus activos en función de sus orientaciones estratégicas y geográficas.
“La división del mayor banco del país por parte de grupos extranjeros –una rareza en el ámbito internacional– es consecuencia de una combinación de ingenuidad, torpeza y error de cálculo”, lamentó ayer De Volkstrant .
El diario acusa a la élite política del país, los ministros de Finanzas y el primer ministro, de no haber intervenido para frenar la oferta del consorcio formado por el británico Royal Bank of Scotland, el español Banco Santander (SCH) y el belgo-holandés Fortis.
También se achaca al gobierno entorpecer, a principios del 2006, la fusión de ABN Amro con otro de los bancos más importantes de Holanda, el ING Direct, para formar un gran banco nacional.
Al inicio de la batalla por hacerse con el ABN Amro, el presidente del Banco Central Holandés aseguró que no se opondría a que “un banco sólido retome y reestructure” el ABN Amro, lo cual también fue muy criticado.