
Una familia argentina quedó atrapada en Portugal tras un cambio en la ley migratoria que bloqueó el reagrupamiento de su hijo mayor y frustró su intento de regularizarse y ejercer su profesión. Hoy, no pueden avanzar ni volver.
Verónica Ayala, de 45 años y oriunda de Buenos Aires, emigró en marzo de 2023 junto con su esposo y sus tres hijas. Eligió Portugal porque permitía ingresar sin visado y facilitaba obtener la residencia a través de empleo. Inició el trámite de manifestação de interesse, un mecanismo que permitía regularizar la situación desde el país. Entró justo antes de que ese sistema se eliminara, el 3 de junio de 2024.
Durante meses trabajó en dos empleos hasta que, en setiembre de 2023, consiguió uno estable en el área de gastronomía de un centro comercial. Desde entonces trabaja 13 horas al día, con solo una hora de pausa y un día y medio libre por semana. A fines de ese año llegaron su esposo y sus tres hijas.
El plan era claro: homologar los títulos de veterinarios para ejercer en Portugal. Sin embargo, descubrieron que no podrían hacerlo. En Argentina cursaron siete años de universidad, incluido un año de intensificación hospitalaria, pero sin tesis. En Portugal, la homologación exigía cursar dos años más, elaborar una tesis y asumir un costo de €700. La universidad habilitada estaba en Lisboa, a 200 kilómetros de Coimbra, donde viven.
La llegada del hijo mayor, que había quedado en Argentina para terminar la secundaria, empeoró la situación. Viajó en marzo de 2025, pero al ser mayor de edad, solo podía ser reagrupado si dependía de la familia, por ejemplo, si estudiaba. Para hacerlo, debía contar con residencia legal, algo que no tenía.
La única alternativa fue iniciar la convalidación del título de secundaria argentino en Portugal, un proceso lento y altamente burocrático. Exigieron documentos originales, apostillados, traducidos y legalizados. El trámite del certificado analítico tardó seis meses. Solo hasta ahora entregaron los papeles.
En medio de ese proceso, el 23 de octubre de 2025 entró en vigor una nueva ley migratoria que complicó aún más el panorama. Desde entonces, se exige un mínimo de dos años de residencia efectiva para acceder al reagrupamiento familiar. Las únicas excepciones aplican a menores de edad, cónyuges ya presentes en el país o profesionales altamente calificados. El hijo mayor no califica en ninguna de ellas.
Aunque Verónica inició el trámite antes del cambio legal, si el Ministerio de Educación portugués no acepta la convalidación escolar, su hijo no podrá continuar en Portugal, ya que no tiene visado. En ese caso, la familia quedaría forzada a separarse o a regresar a Argentina.
Volver implicaría empezar de nuevo. Alquilaron la casa donde vivieron durante 22 años y ya no tienen el consultorio veterinario que mantenían. Salieron del país con dos valijas y una mochila. Regresar a Argentina sin trabajo ni vivienda sería muy difícil.
Hoy, toda su permanencia en Portugal depende de una resolución administrativa sin fecha de respuesta. Están sin estatus profesional, con condiciones migratorias bloqueadas y con el núcleo familiar incompleto. No pueden avanzar ni regresar, y su proyecto migratorio quedó paralizado.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.

