San Salvador Treinta y nueve personas murieron ayer en El Salvador, entre ellas varios niños, al precipitarse un autobús de transporte público a un río que cruza la periferia norte de la capital, confirmó la policía y versiones de prensa.
Un portavoz de la Policía Nacional Civil (PNC), que anteriormente había facilitado la cifra de 460 fallecidos, dijo que los muertos ascendían a 39 y que varios de los heridos estaban sumamente graves, en el que constituye el accidente de tráfico más grave ocurrido en la historia de esa nación centroamericana.
El siniestro se produjo en la carretera que va de San Salvador a la ciudad de Quezaltepeque, en el departamento de La Libertad, cuando, debido a un fallo en la dirección del autobús, el conductor no pudo controlar el vehículo, que se salió de la calzada en una curva y cayó a un río.
La causa del accidente, según versiones de la policía y testigos del hecho, obedeció a desperfectos mecánicos y excesiva velocidad del conductor del autobús, en una curva cerrada de la carretera que une Quezaltepeque con Apopa, al norte de San Salvador.
A raíz del percance, el presidente Francisco Flores ordenó al Viceministerio de Transporte iniciar un plan masivo para retirar del parque vehicular del transporte público todas las unidades que tengan desperfectos mecánicos (esto es algo que se ha planteado desde hace cinco años y nunca se ha hecho).
La PNC informó de que en el primer semestre de 1999 se han producido en El Salvador más de 10.000 accidentes de tráfico, uno de los más graves el pasado jueves en el central departamento de Cuscatlán, donde, debido también a defectos mecánicos, un autobús volcó y murieron siete personas, entre ellas cinco niños.
En 1998 la policía registró más de 20.000 accidentes, en los que perdieron la vida al menos 924 salvadoreños.
Macabra tarea
Forenses y empleados judiciales iniciaron ayer por la tarde la identificación de los cadáveres que dejó el trágico accidente, tras lo que el Gobierno pidió cárcel para los conductores negligentes.
En medio de árboles, hierros retorcidos y los lamentos de decenas de familiares que se acercaron para buscar a sus allegados, las brigadas de socorro sacaron los últimos cadáveres atrapados en el interior del autobús que se accidentó en las proximidades del poblado de Apopa, 16 km al norte de San Salvador.
El percance ocurrió a las 09:15 a.m., cuando el autobús, que hacía su recorrido entre San Salvador y la ciudad de Quezaltepeque, se precipitó a un barranco, cerca del río Tomayate.
En condiciones aún no esclarecidas, el automotor se salió de la vía, aparentemente, por circular a excesiva velocidad, según las primeras investigaciones policiales.
Las autoridades salvadoreñas estaban a la espera de elaborar un informe oficial para determinar el número exacto de sobrevivientes , declaró uno de los portavoces de la Policía Nacional, Luis Campos.
El subcomisionado de la PNC, Francisco Parada, quien dirige la operación de rescate, dijo que sólo en el lugar del accidente quedaron 25 cadáveres y el resto de heridos fueron conducidos a por lo menos siete de los 13 hospitales de la capital.
La primera reacción gubernamental tras el accidente fue formulada por el viceministro de Transporte, Julio Valdivieso, quien pidió al Congreso que apruebe penas de cárcel para los conductores negligentes que provoquen la muerte de personas.
“Yo apoyaría cualquier gestión para que se eleve la categoría de delito penal la imprudencia temeraria, es decir manejar en condiciones mecánicas defectuosas, manejar bajo los efectos del alcohol y de las drogas”, dijo Valdivieso.
Según Manuel Gómez, del Comandos de Salvamento que auxilió a las víctimas, el accidente ocurrió por exceso de velocidad, ya que el conductor del autobús “iba peleando vía” con otra unidad del transporte colectivo.
Gómez dijo que entre las víctimas fatales figuró el conductor del autobús, que cumplía un recorrido entre San Salvador y la ciudad de Quezaltepeque.