Tokaimura (140 km al noroeste de Tokyo), con sus calles desiertas, sus escuelas y negocios cerrados, con sus ventanas clausuradas pese al intenso calor reinante, parecía el viernes en la mañana una ciudad fantasma, 24 horas después del más grave accidente nuclear en Japón.
Las autoridades locales intentan calmar la inquietud de los habitantes. "No hay más riesgos de nuevas emisiones de radiaciones", explicó un responsable municipal, cuya voz estaba conectada a los altoparlantes puestos en las calles.
"Pero, por favor permanezcan en sus casas hasta que hayamos terminado todas las inspecciones de seguridad", afirmó en un mensaje destinado a las casi 300.000 personas involucradas por dicha medida.
Estos repetidos llamados a la calma no logran calmar las tensiones de los pobladores, que hasta el momento no desconfiaban de los severos edificios del complejo nuclear.
"Me produce mucho miedo", afirmó Nori Takita, de 74 años.
Otros expresaron su ira. "Es imperdonable; es como si estuvieran fabricando bombas (atómicas) allí adentro", se indignó Sumiko Fuseya, 63 años, quien recibió en la casa de pensionados que dirige en Hitachi Tokai a varias personas, entre el centenar de evacuados de sus domicilios, porque vivían a menos de 200 metros del complejo, una zona ahora prohibida. Al igual que otros habitantes, Takita condena a las autoridades por haber demorado en adoptar las medidas de prevención y evacuación.
"Antes pensábamos que había seguridad; ahora no nay nada", dijo.
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