Atenas. AFP. El Gobierno de Grecia anunció ayer que está dispuesto a renunciar a un último tramo de ayuda financiera y a dejar de trabajar con los delegados de la troika, encargados de supervisar una política de austeridad que rechaza de plano.
Los anuncios los hizo el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, en una tensa conferencia de prensa con el jefe del Eurogrupo , el holandés Jeroen Dijsselbloem.
Después de dos planes de rescate internacionales de un total de 240.000 millones de euros , el Ejecutivo griego quiere negociar una reducción de su deuda (175% del PIB) y un abandono de las medidas de austeridad aparejadas a dicha asistencia .
Grecia todavía debe recibir unos 7.200 millones de euros de aquí a un mes, como parte del programa de rescate, que expira el 28 de febrero.
Varoufakis dijo que rechaza recibir ese dinero, y que su gobierno fue elegido con la promesa de poner fin a la austeridad.
Por eso, el ministro indicó que su gobierno no va a contradecirse pidiendo una prolongación de ese programa de asistencia financiera, que obligaría al país a mantener la política de austeridad.
Dos perspectivas. Dijsselbloem expresó al respecto que “ignorar los acuerdos previos no es el camino por seguir”.
Varoufakis explicó que su gobierno buscará “la máxima cooperación” con los acreedores (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), pero no trabajará con los delegados de la troika que desde el 2010 vigilan al detalle el cumplimiento de las reformas y recortes exigidos a Atenas.
El Ejecutivo griego pide además una conferencia internacional para eliminar una buena parte de su deuda y también la de otros países europeos, como la que se hizo en 1953 en Londres para reducir la deuda alemana.
A esto, Dijsselbloem contestó que “esa conferencia existe, y se llama el Eurogrupo”, el foro de los 19 ministros de Finanzas de la zona euro que él dirige.
Como parte de los esfuerzos para renegociar la deuda y la salida de la austeridad, el primer ministro, Alexis Tsipras, hablará el martes en Roma con su homólogo italiano, Matteo Renzi, y el miércoles en París con el presidente François Hollande.
Varoufakis, por su lado, viajará entre domingo y martes a Londres, París y Roma, para reunirse con sus homólogos.
De momento, ni él ni Tsipras irán a Alemania, el país que mantiene la posición más dura sobre la salida del plan de austeridad que exige el Gobierno griego .
La bolsa de Atenas reaccionó negativamente ayer y cerró la sesión con una caída de 1,59%.
El mercado de deuda también se tensó, y el rendimiento del bono griego a diez años terminó por encima del 11%.
Atenas dejó claras sus intenciones desde el miércoles y anunció una lluvia de medidas contrarias a las reformas y recortes.
En virtud de los rescates, los socios europeos tienen comprometidos unos 200.000 millones de euros a la deuda griega, a través de garantías a un fondo común y de préstamos bilaterales.
Por eso, tanto la Comisión Europea como Francia y Alemania, los dos países más expuestos (42.000 millones y 56.000 millones de euros respectivamente), no paran de advertirle a Atenas que deberá tener eso muy en cuenta.
Según el diario griego Kathimerini , actualmente hay menos de 2.000 millones de euros en las arcas del Estado griego, que se habrán agotado a finales de febrero.
El banquero francés Matthieu Pigasse, directivo del banco Lazard, que asesora al fondo de reestructuración de los bancos griegos, estimó que es “absolutamente necesario” reestructurar la deuda griega.
Según él, hay que “reducir a la mitad” la deuda griega en manos de acreedores públicos, lo que implicaría la quita de unos 100.000 millones de euros.