Grozny. Combates esporádicos proseguían ayer en Chechenia, donde el ejercito ruso es hostigado por los rebeldes independentistas, mientras el presidente ruso Vladimir Putin parece decidido a llevar hasta el final la guerra contra Chechenia.
La continuación de las operaciones militares en Chechenia fue discutida en el Kremlin entre Vladimir Putin y su ministro de Defensa, Igor Sergueiev, indicó este último, sin precisar detalles.
Al mismo tiempo, el Kremlin indicó que Putin confirmó en el cargo al mariscal Igor Sergueiev (62 años), a pesar de haber sobrepasado el límite de edad.
A partir de los 60 años, generales y mariscales deben ser ratificados cada año.
La posibilidad de que Chechenia pase a administración directa del Kremlin, fue nuevamente evocada el martes, según una fuente presidencial.
Putin ya había sugerido antes de las elecciones aplicar tal medida durante un período de dos años.
Sigue en pie
La operación militar en Chechenia continuará hasta su fin, reiteró Vladimir Putin, haciendo caso omiso de las presiones internacionales de los líderes occidentales desde que comenzó la operación terrestre, el 1∞ de octubre de 1999.
El lunes, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, llamó por teléfono a Putin para felicitarlo por su elección; pero también lo exhortó a autorizar "investigaciones imparciales y transparentes sobre las violaciones señaladas en materia de derechos humanos y a dar inmediatamente el pleno acceso a las organizaciones internacionales y a la prensa".
Lo mismo sucedió en Europa, donde varios líderes pidieron a Putin utilizar su victoria electoral para encontrar una solución política al conflicto.
"La situación en Chechenia sigue siendo fuente de profunda preocupación, que disminuye nuestra capacidad para trabajar con Rusia como socio", declaró el ministro de Relaciones Exteriores británico, Robin Cook.
"Es urgente poner fin a los combates e instaurar rápidamente una solución política para una paz duradera en Chechenia", indicó su homólogo alemán, Joschka Fischer.
Putin, quien lanzó la guerra de Chechenia cuando todavía era primer ministro, y cuya popularidad aumentó a medida que avanzaban las tropas rusas, se niega a toda negociación con los dirigentes independentistas, a los que acusa de "terrorismo".
Comunistas con fuerza en Rusia Luc Perrot/Agence France Presse Moscú. Los resultados obtenidos en las presidenciales rusas del domingo por el comunista Guennadi Ziuganov, segundo con casi el 30 por ciento de votos después de Vladimir Putin (52 por ciento), mostraron que el Partido Comunista (PC) sigue siendo una fuerza política ineludible en Rusia.
El presidente comunista de la Duma (cámara baja del parlamento), Guennadi Seleznev, intentó desde este lunes deducir los efectos favorables que conlleva esta derrota honorable.
"Está claro que en el país sólo existe una fuerza política de izquierda, que debe ser tenida en consideración" por el Kremlin, declaró.
El índice logrado por Ziuganov es inferior al alcanzado en 1996 (más del 32 por ciento), durante la primera vuelta de una presidencial ganada por Boris Yeltsin.
Sin embargo, mejoró los estimados en los últimos sondeos de intención de voto, que le atribuían entre el 22 y el 24 por ciento.
Junto con las denuncias de fraudes electorales, Guennadi Ziuganov reconoció que estaba "satisfecho" de los resultados que, de acuerdo con su opinión, superan a los de 1996, según los cálculos paralelos efectuados por observadores comunistas. Frente a los liberales presentes en la escena política rusa, estratificada por las divisiones y disensiones sobre el apoyo o no al presidente interino, el PC salió "ileso" de los comicios gracias a la influencia de un fenómeno electoral llamado Vladimir Putin.
El resultado de Ziuganov "demuestra que el electorado comunista es sólido", según varios expertos. Los comunistas pueden constituir "un obstáculo a las reformas y al establecimiento de normas democráticas", estimó el experto Evgueni Volk. Pero aún así opinó que "poca cosa va a cambiar en Rusia".