Fenómeno excepcional, el nacimiento de siameses, gemelos cuyos cuerpos están unidos, como las dos hermanas iraníes fallecidas ayer, son la consecuencia de una anomalía del desarrollo embrionario y una complicación de los embarazos de mellizos monocigóticos.
La frecuencia de nacimiento de siameses es de uno por cada 75.000, es decir el 1% de los nacimientos de mellizos monocigóticos, los verdaderos hermanos gemelos, genéticamente iguales.
El fenómeno es tanto más raro por cuanto, gracias a las ecografías practicadas sistemáticamente en muchos países desarrollados, la mayoría de esas malformaciones son diagnosticadas precozmente y puede procederse a una interrupción voluntaria del embarazo.
Por lo demás, la mayoría de los anuncios de separación de siameses conciernen niños nacidos en países médicamente subequipados, al menos en lo que respecta a la salud materno-infantil: Guatemala, Perú, China, Iraq...
En general, los dos hermanos están completos y unidos por una zona precisa, el tórax (70%), el hueso sacro (18%), la región pélvica (6%) o la cabeza (2%).
Atribuida a la división incompleta de un óvulo único, la malformación que afecta a los gemelos puede producir también en algunos casos una fusión parcial de lo que en principio debían ser dos embriones distintos.
Para separar siameses, se han realizado complejas operaciones, en general cuando son todavía niños pequeños. Pero la separación quirúrgica no siempre es posible. A veces lo impide la propia anatomía de los gemelos.
Por ejemplo, en el caso de siameses dicéfalos, que poseen un solo tronco y dos cabezas, como las niñas que nacieron en junio pasado en Argentina.
El nombre de siameses se debe a los hermanos Eng y Chang, nacidos en Siam en 1811, que fueron presentados como una atracción de circo con el nombre de los “hermanos siameses”. En efecto, los siameses fueron tratados durante mucho tiempo como curiosidades de feria y hasta como monstruos presentados en circos.