Bagdad. Irak “no será el mismo” después de la ola de manifestaciones que estalló hace un mes y las autoridades no pueden ignorarlo, dijo este viernes el ayatolá Alí Sistani, en una muestra de apoyo a los manifestantes, que siguen en las calles.
Las concentraciones ganaron impulsos tras estas declaraciones en ciudades del sur y en Bagdad, donde tres manifestantes murieron por disparos de balas reales y por una granada lacrimógena, según fuentes médicas.
El gran ayatolá Alí Sistani afirmó que las autoridades deberían actuar rápidamente para responder a las reivindicaciones de los protestantes, quienes denuncian sus difíciles condiciones de vida en un país rico en petróleo y exigen el fin de la corrupción, así como la renovación del sistema político.
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"Si aquellos que están en el poder piensan que pueden eludir una verdadera reforma postergando y dilatando, se equivocan", dijo Sistani en su sermón semanal de los viernes, leído por uno de sus asistentes, en la ciudad santa chiita de Kerbala (sur).
"Lo que viene luego de estas protestas no será lo mismo de antes, y deben tomar conciencia de ello", agregó.
Este movimiento de revuelta, que comenzó el 1.° de octubre, estuvo marcado por la violencia que dejó más de 300 personas muertas, en su mayoría manifestantes.
“No se hizo nada destacable hasta ahora” sobre las reivindicaciones de los manifestantes, sostuvo el dignatario religioso.
Sistani, de 89 años, dio al principio un tímido apoyo a los manifestantes cuando salieron a la calle y calificó de "legítimas" sus demandas, pero se comprometió más en los últimos días.
‘¡Está con nosotros!’
Esta semana, el ayatolá Sistani se reunió con la jefa de la misión de asistencia de la ONU en Irak (Unami), Jeanine Hennis-Plasschaert, y según ella es partidario de avanzar en la salida de la crisis, con reformas electorales y cambios en la Constitución.
El Parlamento recibió un proyecto de nueva ley electoral, pero todavía no se pronunció.
El religioso pidió a los diputados "trabajar rápidamente para aprobar una ley electoral justa que restauraría la fe del pueblo en el proceso electoral".
"Solo el pueblo puede acordar al gobierno su legitimidad (...) Votar una ley que no ofrece al pueblo esta posibilidad no sería ni aceptable ni útil", añadió.
En las ciudades de Kut, Hillah, Nasiriya y Basora, la marea de manifestantes creció tras el sermón del ayatolá Sistani.
Los que están acampados en la plaza Tahrir de Bagdad, epicentro de las protestas, dicen que están decididos a quedarse: “¡Nadie se repliega! ¡Incluso él (Sistani) está con nosotros!”, expresó un manifestante.
Dos participantes murieron por la tarde por disparos de bala real en la plaza vecina, Khallani. Un tercero pereció por disparos de granadas lacrimógenas, diez veces más potentes que las que se usan en otras partes en el mundo, según fuentes médicas.
Las protestas son las más intensas en años en Irak y suponen una amenaza para el sistema político impuesto tras la invasión de Estados Unidos, que derrocó el régimen de Sadam Husein en el 2003.
El gobierno rechaza las protestas y se niega a dimitir. Irak tiene el apoyo del general Qasem Soleimani, el hombre fuerte de los Guardianes de la Revolución iraní.
Sistani, instalado en la ciudad santa chiita de Nayaf y que aparece muy rara vez en público, niega apoyar al régimen iraquí y advierte sobre peligro de la "imposición" de poderes extranjeros en Irak.
Una fuente cercana a liderazgo chiita explicó a la AFP que los delegados iraníes en Teherán intentaron transmitir una carta a Sistani pidiéndole que apoye al gobierno y llame a los manifestantes a abandonar las calles.
Pero Sistani “rechazó responder a la carta y ni siquiera los recibió”, indicó la fuente.