Bruselas. El presidente estadounidense, Donald Trump, evocó ante su par brasileño, Jair Bolsonaro, su deseo de ver a Brasil como un socio “preferente” e incluso “un miembro” de la OTAN, esta última posibilidad que el tratado fundacional de la Alianza descarta.
“La OTAN es una alianza de naciones vinculadas por una cláusula de defensa colectiva, cuyo campo de aplicación geográfica se define claramente en el Tratado de Washington del 4 de abril de 1949”, precisó este miércoles la Cancillería francesa.
Pero, qué dice precisamente el Tratado de Washington y cuáles son las maneras de participar en esta organización transatlántica, que celebrará el próximo abril en la capital de Estados Unidos su 70.º aniversario.
La clave: artículo 10
La OTAN nació en 1949, cuatro años después del final de la Segunda Guerra Mundial que devastó el continente europeo, con el objetivo de favorecer "el bienestar y la estabilidad" en esta región situada al norte del Trópico de Cáncer.
De los 12 países fundadores, entre ellos Canadá y Estados Unidos, la OTAN pasó en el 2017 a 29 miembros con la entrada de Montenegro en virtud del artículo 10. Macedonia del Norte inició su camino para convertirse en el 30.º aliado.
Actualmente, el Tratado del Atlántico Norte, que rige el funcionamiento de la alianza, sólo permite en su artículo 10 la membrecía “a cualquier otro Estado europeo” en condiciones de “contribuir a la seguridad en la región”.
Sin embargo, el artículo 12 permite a cualquier miembro pedir “revisar el Tratado, teniendo en cuenta los factores que afecten en aquel momento a la paz y a la seguridad en la región del Atlántico Norte”.
Al anunciar que Brasil "quizás" podría ser "miembro de la OTAN", Donald Trump reconoció que tendría "que hablar con mucha gente" sobre ello, pero defendió que esto "haría avanzar mucho la seguridad y la cooperación" entre ambos.
¿Qué papel para Brasil?
Aunque su misión en las principales décadas fue contrarrestar la influencia de la URSS, desde su desintegración en 1991, la Alianza Atlántica decidió salir más allá de su región inmediata y colaborar con otros socios, una visión confirmada en su cumbre de Lisboa en el 2010.
Con base en esa estrategia, los conocidos como ‘socios globales’ -aquellos países que no podían formar parte de otras estructuras de cooperación en la Alianza Atlántica- pueden contribuir a las operaciones y misiones de la OTAN, con la que cooperarán según un programa individual.
La Cancillería francesa precisó, en ese sentido, que “en el marco de su misión de seguridad cooperativa para reforzar la estabilidad internacional (...), la OTAN puede establecer un diálogo y cooperaciones concretas con socios, (...) incluso en América Latina”.
Brasil no sería el primero. Colombia, de hecho, se convirtió oficialmente en ‘socio global’ en mayo del 2017, sumándose en esta categoría a Afganistán, Australia, Irak, Japón, Corea del Sur, Mongolia, Nueva Zelanda y Pakistán.
El país latinoamericano, que ya venía cooperando con la OTAN desde el 2013 y envió incluso un buque dos años después a una misión contra la piratería en el cuerno de África, centró su cooperación en áreas como el desminado, la ciberseguridad y el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas.