EscucharEn enero del 2001 la noticia de la extraordinaria fuga de Joaquín El Chapo Guzmán se registró apenas en una columna del periódico La Nación. Para esos días, el narcotraficante cumplía una condena de 20 años, pero aún no había catapultado al Cartel de Sinaloa como el más importante de México, ni se había convertido en uno de los hombres más ricos del mundo.
Ese 22 de enero, dos días después de la fuga, otros temas le ganaron en importancia al Chapo; entre ellos la designación de monseñor Óscar Rodríguez, como nuevo cardenal. El nombramiento del hondureño, anunciado por el Papa Juan Pablo II, representaba al tercer cardenal escogido entre centroamericanos.
Aún así, la nota de Guzmán da cuenta de una fuga "de película" estelarizada por un sinaloense que logró evadir decenas de puertas de seguridad, cámaras, pasillos resguardados y perros olfateadores.
"Los sofisticados sistemas de seguridad con cámaras de video, celdas controladas electrónicamente, sensores subterráneos para evitar excavaciones, muros de contención y de refuerzo a varias distancias, zonas electrificadas y mallas horizontales sobre patios para evitar fugas por helicóptero fueron burlados por El Chapo".
"También fueron inútiles la rotación del personal de vigilancia, las zonas de revisión con perros, los dos kilómetros de caminos alambrados, las torres de vigilancia y el control en pequeños grupos de los 508 prisioneros considerados de 'alta peligrosidad'".
"La última vez que los custodios vieron en su celda al delincuente -preso desde finales de 1993 y condenado a 20 años de prisión bajo cargos de narcotráfico- fue en el control rutinario de las 9:15 p.m. del viernes. El reporte fue "todos los presos en sus dormitorios"" registra el cable de AFP, despachado desde México.
El Chapo pudo sortear parte de los controles de seguridad en un carro de lavandería y luego cruzó la aduana del Penal de Puente Grande, Jalisco, a 18 kilómetros de Guadalajara, en un camión de basura.
Dos días más tarde, los reportes de México daban cuenta del escándalo, de la complicidad entre funcionarios de gobierno y los narcotraficantes y la penetración del crimen organizado en las estructuras del Estado.
Tras la fuga, se anunció la investigación de 33 funcionarios del penal y del alcalde de Puente Grande, quien renunció apenas trascendió el escape.
"Según la prensa local, la espectacular huida fue planeada con un año de antelación y costó más de $2,5 millones que presuntamente se invirtieron en sobornar a los agentes de seguridad de la cárcel".
"Fuentes del Centro Nacional de Derechos Humanos denunciaron la noche del lunes que El Chapo Guzmán salía y entraba del penal a su gusto custodiado por funcionarios de la propia prisión, donde, al parecer, recibía 'mujeres, drogas y alcohol'".
"El subsecretario de Seguridad de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior), Jorge Tello, reconoció que El Chapo no se fugó sino que 'lo sacaron'", reporta la agencia EFE el 24 de enero del 2001.
13 años después El Chapo, un acaudalado narcotráficante, con una fortuna estimada en $1.000 millones, dueño de un emporio de la droga con redes en Europa y Australia y el más buscado por las autoridades de México y Estados Unidos sí acaparó las portadas del mundo. Guzmán volvió a la cárcel.
