Boca de Cupe (Panamá).
Tras años de ausencia, la policía panameña retornó a dos comunidades fronterizas atacadas por paramilitares colombianos hace solo dos semanas.
“Esperemos que la presencia de la policía no sea solo esta vez un calmante para nuestras comunidades, donde habitan muchas mujeres y niños”, dijo Tomás Caicedo, representante de la aldea de Paya.
El director de la policía nacional, Carlos Barés, reiteró la decisión de establecer permanentemente policías en Paya y en el vecino Púcuro, en la provincia de Darién, limítrofe con Colombia.
Paramilitares colombianos incursionaron el 18 de enero en ambos poblados, destruyeron ranchos, robaron y mataron a cuatro indígenas, incluyendo a dos jefes de tribu, y secuestraron a tres estadounidenses, entre ellos el periodista Robert Young Pelton.
Pelton y sus compatriotas Megan Smaker y Mark Wedeven fueron liberados el viernes en Bocas de Satinga Choco, en territorio colombiano.
Tras los incidentes, llegaron más de un centenar de policías fronterizos a Paya y Púcuro, lugares que carecían de seguridad desde finales de los años 90.
“A Paya se han enviado unos 60 policías con entrenamiento en la selva”, dijo Barés. Se estima que igual cantidad se estableció en el vecino Púcuro, donde buena parte de los habitantes de la etnia kuna ha retornado, según las autoridades.
La policía estableció varios puntos de control a lo largo del río Tuira, por donde se arriba en piragua a Boca de Cupe.
Fiesta amarga
El ataque de los paramilitares el 18 de enero se dio cuando los aldeanos de Paya celebraban una fiesta tradicional.
Fue una fiesta amarga. Un día de terror en una comunidad pobre, apartada, sin policías y que no tiene nada que ver con el conflicto armado que hay en Colombia, se quejó Marcela Vásquez, quien perdió a su padre en esa incursión de irregulares.
Ahora hay muchas mujeres que no quieren regresar a Paya por temor a que regresen.
“Ojalá que con la policía se calmen las cosas”, manifestó Caicedo. “Pero se quedará para siempre?”, “dejarán de sembrar el temor los grupos armados?”.
Sospechas
Policías de Boca de Cupe sospechan que las aldeas de Paya y Púcuro abastecen a miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Los paramilitares –aseguran– podrían haber atacado en represalia por esa supuesta colaboración con las FARC.
Para Panamá, que no tiene ejército propio y que no cuenta desde fines de 1999 con las tropas estadounidenses, es complicado vigilar toda su zona fronteriza.
“Son lugares muy apartados (...) el área no tiene protección”, admitió la presidenta Mireya Moscoso, quien exige a Colombia que preste mayor atención a la seguridad en su lado fronterizo.
Representantes de ambos países analizarán esta semana, en Bogotá, las medidas a tomar para resguardar la frontera común.