Una treintena de Jefes de Estado o de Gobierno adoptaron ayer, en Sarajevo el llamado "Pacto de Estabilidad para el Sureste de Europa".
Se trata de un ambicioso programa de reformas del que no se beneficiará Serbia, a pesar de la insistencia de Rusia, y que ya cuenta con las promesas de inversión de Estados Unidos.
"No podemos excluir a Yugoslavia del Pacto de Estabilidad porque eso traerá nuevos problemas a la zona. Les ruego que recapaciten", argumentó el primer ministro ruso, Serguei Stepashin, quien fue inmediatamente contestado por los líderes europeos, entre ellos el canciller alemán Gerhard Schroeder.
"Nosotros no excluimos a Serbia. Serbia se discrimina sola por su propio sistema", sostuvo Schroeder, quien aún reconociendo que el Pacto sólo tendrá éxito a largo plazo si Yugoslavia participa en el mismo, dijo, "haríamos un flaco servicio a la libertad y a la democracia si ahora reforzáramos el régimen de Belgrado".
"Si la población Serbia no recibe ayuda humanitaria y a la reconstrucción, este invierno se abrirá una crisis humanitaria que afectará a diez millones de personas", inisitió Stepashin.
Negativa
El Primer Ministro británico, Tony Blair, rechazó asimismo un cambio en la formulación del Pacto de Estabilidad que asegure la participación del actual régimen de Belgrado, porque "Milosevic no es el más indicado para poner condiciones".
El presidente estadounidense, Bill Clinton, por su parte, retó a la Unión Europea a abrir sus mercados al sudeste de Europa al anunciar ayer unas medidas para fomentar el comercio estadounidense con la zona, al estilo de un programa para los países andinos.
Entre esas medidas, destacan la apertura de una línea de crédito de $200 millones para las empresas estadounidenses que inviertan en los países del sureste de Europa y la creación de un fondo de inversiones de 150 millones.
Estados Unidos colaborará, además, con el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) en la creación de un Fondo desde el que prestar asistencia financiera a la región, que dijo, "deberán abrir sus economías y hacerlas más competitivas".
Adelantó en ese contexto su disposición a contribuir a ese Fondo con $15 millones el primer año, y a considerar hasta un total de 50 millones si el BERD moviliza 80 millones.
Washington, que ha prometido una ayuda humanitaria de $500 millones, apoyará también la creación de un Fondo de hasta $300 millones con cargo a las instituciones financieras internacionales, desde el que se realizarían "de forma equitativa" inversiones en empresas privadas de la región.
Por su parte, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, advirtió contra la "trampa de una identidad" en contra de los demás basada en "la exclusión y los particularismos".