París. DPA. La oposición francesa exigió ayer al primer ministro, Dominique de Villepin, que renuncie por un escándalo de difamación, pero este rechazó los cargos y dijo ser blanco de un "linchamiento".
Previamente, la prensa había publicado actas judiciales que contradicen sus declaraciones en relación con el escándalo Clearstream.
"La reputación del Estado" está en juego, afirmó el presidente de los socialistas, François Hollande, ante la Asamblea Nacional. Los verdes declararon que la guerra en la cúpula daña la imagen de Francia.
De Villepin, por su parte, habló de una campaña de linchamiento y declaró: "La justicia, y no los rumores, aclara la verdad".
Según una información publicada el viernes en el periódico Le Monde , De Villepin no frenó -con la intención de perjudicar a su rival- una campaña de difamación en la que se atribuyó al ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, negocios ilícitos con la sociedad financiera luxemburguesa Clearstream.
Según las informaciones, De Villepin incluso encargó al general Phillippe Rondot abrir una investigación sobre Sarkozy, con lo que habría abusado de los órganos del Estado en su lucha política.
El martes, De Villepin había declarado: "El nombre de Nicolas Sarkozy jamás se pronunció durante ese encuentro". Esta afirmación contradice el acta del interrogatorio a Rondot por parte de la justicia, citado el jueves por Le Monde .
Rondot dijo, según el rotativo, que informó con tiempo a De Villepin, igual que a la ministra de Defensa, Michele Alliot-Marie, de sus dudas sobre la lista del caso Clearstream y les advirtió de las consecuencias políticas. Existe posiblemente un "grandísimo plan de corrupción y desestabilización".
Sin embargo, De Villepin no informó a Sarkozy. "Nadie tenía el valor de decir: Basta, ponemos fin a la masacre", dijo Rondot al juez.