Dili. Las Naciones Unidas tomaron ayer formalmente el control de Timor Oriental, situación que hizo pensar y reconocer a los dirigentes del nuevo equipo, que la nueva transición presentará enormes obstáculos para reconstruir al devastado territorio.
Entre las fatalidades que enfrentan cientos de miles de timoreses desplazados se encuentra la escasez de materiales de construcción para reparar y volver a edificar las instituciones del territorio, como escuelas, tribunales y la policía, las cuales deberán ser creadas prácticamente de la nada, en momentos en que inicia la temporada de lluvias.
"Además de las edificaciones, todas las funciones del gobierno tendrán que ser establecidas poco a poco", dijo Ian Martin, quien encabezará temporalmente el equipo de la ONU.
El comité comenzó a ejercer sus funciones ayer, horas después de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el control del Timor.
Para cumplir a cabalidad la costosa operación de $1.000 millones, en el mantenimiento de la paz, el Consejo de Seguridad aprobó el envío de 9.000 soldados, para poner orden en la zona afectada.
Reorganización
La transferencia del poder a la ONU, coloca a la excolonia portuguesa en el camino a la ansiada independencia, y a la vez pone fin a una cruenta batalla de guerrillas que durante décadas desafió toda solución negociada.
El establecimiento de la libertad de la excolonia duraría, sin embargo, por lo menos cinco años, en opinión de expertos.
Las fuerzas de la ONU deberán reemplazar un contingente de 16 naciones que llegó el mes pasado para restaurar el orden, luego que milicias pro-indonesias desataron una ola de saqueos, destrucción e intimidación, tras un referéndum sobre la independencia efectuado el 30 de agosto.
Funcionarios de la Cancillería, consultados sobre el eventual reconocimiento a Timor Oriental, dijeron que estarán a la espera de nuevas resoluciones de los organismos responsables.
El logro de la ONU surge en el momento en que se trata de evitar una catástrofe humanitaria en Timor Oriental, donde casi la mitad de la población huyó o fue expulsada de sus hogares por la ola de violencia, tras el referéndum sobre la independencia, en setiembre pasado.
Según datos facilitados por el Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de 18.000 timorenses regresaron a sus casas en Timor Oriental, 11.000 desde la parte occidental y 7.000 desde otras islas indonesias.
En el sector occidental de Timor aún permanecen 219.000 refugiados, de los cuales unos 150.000 están en la zona de Belo, donde se encuentra Atapupu,