El hambre afecta, además, a al menos 14 millones de personas en Etiopía, Somalia, Eritrea, Kenia, Uganda y Yibuti, y las cifras experimentan “una alarmante trayectoria ascendente”, añadió en un comunicado el director regional de Unicef para el este y el sur de África, Per Engebak.
“En esta situación crítica se necesita un liderazgo nacional fuerte y la rápida movilización de más fondos internacionales”, reclamó. “Los riesgos para los niños y sus familias son inmensos, y se nos está acabando el tiempo para revertirlos”, dijo Engebak.
Somalia y Etiopía son los dos países más afectados. En este último, la combinación de graves sequías con el aumento de los precios del combustible y los alimentos amenaza con extender el flagelo del hambre a 4,6 millones de personas. Al menos 75.000 niños necesitan alimentación terapéutica.
Somalia sufre esos mismos problemas, pero agravados por un sangriento conflicto que ha impulsado a casi un millón de civiles a abandonar la capital, Mogadiscio, desde principios del 2006.
El informe más reciente de la Unidad de Análisis de Naciones Unidas para la Seguridad Alimentaria cifra en 3,2 millones (un 43 por ciento de la población total de Somalia) las personas que necesitan con urgencia ayuda alimentaria u otro tipo de asistencia humanitaria en el país. El dato representa un incremento de un 77 por ciento con respecto al año anterior.