Londres . Nerón (37-68 d. C.) fue un emperador cruel e inhumano, pero no prendió fuego a Roma, mas bien fueron saboteadores cristianos y judíos quienes incendiaron la Ciudad Eterna .
El fuego, que arrasó la mayor parte de la vetusta urbe romana en el año 64 d. C., ha sido tradicionalmente atribuido a la cólera de Nerón y su deseo de aniquilar a sus detractores.
Pero según una nueva investigación que el Canal 4 de la televisión británica divulgará este lunes, aunque su contenido se dio a conocer ayer, la culpabilidad del infame emperador es fruto de la propaganda de escritores pro cristianos y judíos.
Revuelta incontrolable
El autor del estudio, Gerhard Baudy, profesor de Historia en la Universidad de Konstanz en Baviera (Alemania), sostiene que las llamas se declararon como parte de una revuelta de incontrolados que soñaban con la caída del Imperio.
En aquellos días de zozobra, explica Baudy, panfletos que predecían el inminente final del mundo y la venida del Mesías salvador cayeron en manos de cristianos y judíos de Roma, que interpretaron el mensaje como una invitación a la insurrección.
"Es muy improbable que este incendio resultase un accidente. Las expectativas que despertaba la profecía eran tan grandes entre la gente que tuvo que ser un acto deliberado", indica el profesor.
"Los cristianos continúa odiaban Roma y creían en la profecía de que Jesús Cristo derrotaría al mal con un gran fuego o cataclismo".
La teoría de Gerhard Baudy contrasta con la de otros expertos que no acaban de ponerse de acuerdo en el origen de la gigantesca y devastadora pira.
Unos defienden que el fuego se produjo a consecuencia de las altas temperaturas veraniegas y los fuertes vientos, en tanto que otros ven en Nerón a un pirómano que, merced a las llamas, quería reconstruir la ciudad a su gusto.
La leyenda solo cuenta que Nerón matricida, déspota, colérico y vanidosamente caprichoso; pero también protector de Séneca, amante de la gramática y la retórica e impulsor de una loable reforma fiscal tocaba el arpa mientras ardía la ciudad de Roma.
Sucesor de Claudio y responsable del gobierno del Imperio desde el año 54 al 68, Nerón cometió excesos que terminarían pasándole factura: despilfarró sin límite el dinero público, organizó extravagantes orgías e, incluso, obligó a los romanos a escuchar sus recitales de poemas, entre otras frivolidades.
Sus fechorías escandalizaron a patricios y plebeyos y aturdieron los oídos de la aristocracia militar, partidaria de los ideales puritanos de la República que sus antepasados habían gobernado antes del advenimiento de los césares.
Pero el oscuro futuro de Nerón ya se vislumbró en el incendio que durante nueve días sembró a Roma de humo y ceniza, de caos y desesperación.