México (AP). La muerte del barón de las drogas Arturo Beltrán Leyva es uno de los mayores golpes del presidente Felipe Calderón en su guerra contra el narcotráfico, aunque el gobierno ya prevé que desencadenará una ola de violencia por el control del cartel que encabezaba.
“Sin duda el que en un cartel se le pegue al líder es un golpe muy fuerte y esto seguramente obligará a que haya reestructuras, (y) no es descartable que se dé una violencia dentro del cartel hasta que se definan las líneas de mando”, dijo en rueda de prensa el procurador Arturo Chávez, un día después del enfrentamiento en que infantes de marina asesinaron a Beltrán Leyva, conocido como el Jefe de jefes.
Añadió que “el debilitamiento de cualquier cartel puede ser interpretado como una oportunidad por un cartel que le esté disputando territorio y si lo advierten débil, probablemente intenten fortalecer acciones para avanzar en territorio o posiciones y esto puede significar enfrentamientos entre ellos”.
Beltrán Leyva, también conocido como “El Barbas”, fue abatido tras un tiroteo de varias horas en Cuernavaca que también dejó a un infante de marina y seis presuntos sicarios muertos, además de tres personas detenidas.
La agencia antidrogas estadounidense, DEA, señaló que contribuyó con información de inteligencia para que México rastreara a Beltrán Leyva hasta el apartamento en Cuernavaca, tras haber escapado el 11 de diciembre de una redada en una fiesta navideña en la misma zona y donde fueron detenidos varios presuntos sicarios y el cantante Ramón Ayala.
Anthony Placido, jefe de inteligencia de la DEA, dijo a la AP que Beltrán Leyva resultó herido en esa redada en un estacionamiento de una localidad cercana a Cuernavaca. A partir de ese día, siguieron el rastro a Beltrán Leyva al departamento de Cuernavaca donde recibía atención médica.
Placido dijo que alguno de los hermanos de Arturo podría buscar llenar el vacío.
“Hemos estado recibiendo reportes esporádicos de planes (de Alfredo) de escaparse de la cárcel o que él podría sobornar a alguien para salir, aunque él aún está en prisión en este momento”, dijo.
El jefe de jefes era el principal líder del cartel de los hermanos Beltrán Leyva, una de las seis grandes organizaciones del narcotráfico reconocidas por el gobierno y considerado como uno de los más violentos en un país que en los últimos años ha visto una escalada de violencia de esas organizaciones.
Chávez dijo que la identidad de Beltrán fue corroborada con fotografías y declaraciones de algunos detenidos, aunque todavía deben realizarse pruebas de ADN, a partir de muestras tomadas de su hermano Alfredo, alias “El Mochomo” y quien fue detenido en enero del 2008 en el estado norteño de Sinaloa, territorio considerado uno de sus bastiones.
“Una vez que acaben las pruebas, el cuerpo de Arturo será entregado a algún familiar que lo reclame para que lo sepulten, aunque si nadie se presenta será inhumado en una fosa común”, dijo.
El funcionario afirmó que en su combate contra el crimen organizado, el gobierno no busca matar a los delincuentes, pero si los efectivos gubernamentales “son recibidos a balazos y son agredidos responden la agresion, que es lo que ocurrió en este caso”.
Chávez dijo que en los últimos tres años han muerto más de 15.000 personas como parte de la violencia del narcotráfico.
La Armada de México desplegó a unos 200 infantes para asaltar un lujoso complejo de viviendas de Cuernavaca, capital del estado de Morelos y a unos 55 kilómetros al sur de la ciudad de México, donde se ubicó a Beltrán Leyva.
El portavoz de la Secretaría de Marina, contralmirante José Luis Vergara, dijo que en el operativo se decomisaron 40.000 dólares en efectivo, tres armas largas y dos cortas, además de 400 cartuchos útiles de diferentes calibres.
Un periodista de The Associated Press presente en el lugar de la batalla escuchó una decena de explosiones. El combate duró por lo menos 90 minutos, según los vecinos. Testigos dijeron que los marinos se descolgaron con sogas a los techos de algunos edificios al atardecer.
Los periodistas pudieron entrar brevemente al apartamento donde se encontraba el cuerpo de Beltrán Leyva el jueves por la mañana. Tenía heridas en la cabeza y un brazo y con una mano aferraba un medallón dorado.
Durante la batalla, los marinos evacuaron a los vecinos al gimnasio del complejo, según una mujer que dijo que estaba hablando por teléfono celular con su esposo. No quiso dar su nombre por miedo a represalias.
La última vez que las autoridades mexicanas abatieron a un importante jefe de la droga fue en el 2002, cuando un agente de policía mató a Ramón Arellano Félix, del cartel de Tijuana, en el balneario de Mazatlán.
Beltrán Leyva junto con al menos dos de sus hermanos se separaron del Cartel de Sinaloa y conformaron una organización propia. La DEA dice que ese cartel cumple un papel crucial en el tráfico de cocaína y heroína en Estados Unidos.
Los Beltrán Leyva fueron capaces de infiltrar instituciones encargadas de combatir el narcotráfico, como la Procuraduría General de República (PGR), según una investigación oficial que derivó en la captura de varios agentes y mandos oficiales. Uno de los detenidos fue el exjefe antidrogas de la Procuraduría, Noé Ramírez.