
El expresidente de Yugoslavia Slobodan Milosevic defendió ayer ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) la inocencia de los serbios en la matanza de Srebrenica, y calificó de “insolente” la acusación.
Mostrándose rotundo en sus palabras, Milosevic defendió el “honor” de los generales serbobosnios Ratko Mladic y Radovan Karadjik, y adujo que “su honor no les hubiese dejado cometer tal deshonroso acto”.
La Fiscalía del TPIY acusa a esos generales, todavía prófugos de la justicia, de genocidio por la matanza de 7.000 musulmanes varones en el enclave de Srebrenica durante la guerra de Bosnia (1992-1995).
Al defender la labor del gobierno de Belgrado en la “construcción de una política de paz”, Milosevic quiso echar por tierra el argumento de la acusación que intenta demostrar el liderazgo del Ejecutivo serbio en las guerras de Kósovo, Croacia y Bosnia.
No hubo crímenes
La acusación “habla de crímenes que nunca cometimos y de intenciones que nunca tuvimos”, afirmó.
Denunció “falta de pruebas” de la Fiscalía, a la que acusó de ser “extremadamente arrogante para plasmar semejante idea en papel” y de “hacer una presentación injusta de la historia”.
Milosevic, que en todo momento se quejó de la escasez de tiempo para presentar su defensa, indicó en referencia a los conflictos de Kósovo y Croacia que la Fiscalía “carece de pruebas sobre la intención o conocimiento previo (de comandantes serbios) de algo que pudiese constituir un crimen antes de que ocurriese”.
Por eso, reivindicó ante los jueces que “los que son inocentes tienen que ser liberados”, en referencia a comandantes serbios condenados por el TPIY.
Defendiendo la idea de una Yugoslavia “multicultural y de respeto nacional”, Milosevic abogó por la convivencia pacífica de “diferentes nacionalidades y religiones” antes de la caída de la antigua Yugoslavia.
Milosevic está acusado de crímenes de guerra y genocidio.