
BAGDAD (AFP) El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, incrementó su estatura como hombre de Estado al lograr que el jueves el Parlamento ratificase el polémico acuerdo de seguridad que permitirá la retirada de las tropas de Estados Unidos, estiman los analistas.
"Su objetivo es dar la impresión de un estadista intransigente, incluso ante sus poderosos aliados como los kurdos o sus protectores, los norteamericanos", afirmó Hosham Dawood, antropólogo en el Centro Nacional de Investigación Científica Francés.
"Sabe que eso es lo que desea la mayoría de los árabes iraquíes", agregó este especialista en Irak.
Durante los últimos meses, ése fue el objetivo de este hombre de 59 años que fuera elegido primer ministro al no encontrarse un mejor candidato en mayo de 2006.
"Para sobrevivir, Maliki debía evitar ser considerado una marioneta de los norteamericanos y con este acuerdo de retirada (de los soldados estadounidenses) puede parecer un héroe de la independencia nacional", señaló Juan Cole, profesor de Historia de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos.
El primer ministro rechazó la primera y la segunda versión del proyecto, sostuvo que no le impondrían algo contra su voluntad, presentó 110 modificaciones y cambió el título por el de "Acuerdo sobre la retirada de las tropas extranjeras".
Según Hamid Hassan, un politólogo de la Universidad de Bagdad, "este acuerdo con Estados Unidos fortalece considerablemente la posición de Maliki, quien ahora concentrará sus esfuerzos en las elecciones provinciales" del 31 de enero.
El primer ministro, de acuerdo con Hassan, utilizará sus éxitos y en particular este acuerdo ante sus rivales chiitas: la corriente del jefe radical Moqtada Sadr y el Consejo Supremo Islámico en Irak (CSII), de Abdel Aziz Hakim.
Por otra parte, el jeque Jaled Al Attiyá, vicepresidente del Parlamento y aliado de Maliki, anunció a la AFP que el primer ministro dirigirá una lista llamada "Alianza para el Estado de derecho", que estará presente en todas las provincias.
Maliki, miembro del partido chiita Dawa, regresó a Irak en 2003 después de un exilio en Irán y sobre todo en Siria. Se convirtió en jefe del gobierno en el apogeo de los enfrentamientos religiosos, cuando las milicias chiitas y sunitas controlaban la situación frente a unas fuerzas armadas iraquíes debilitadas.
"En el verano (boreal) 2007 había perdido la confianza de todos. Haber logrado ahora que se adoptase una ley tan polémica en el Parlamento es un verdadero triunfo y muestra que tiene madera" para el puesto, aseguró Cole.
Maliki se benefició de una serie de circunstancias favorables: el éxito del plan de seguridad para Bagdad lanzado en febrero 2007 y la oposición de las tribus sunitas a Al Qaida, que crearon milicias contra los yihadistas.
Su mayor hazaña fue la batalla de Basora, en marzo de 2008, contra una milicia de su confesión, haciendo frente al Ejército del Mahdi de Moqtada Sadr, incluso en su bastión de Ciudad Sadr.
Aunque Maliki es popular, para tener éxito debe aumentar su base política. "Como jefe de un pequeño partido (Dawa), trata de crear una dinámica alrededor de su persona. Para eso intenta lograr el respaldo de las tribus, de los tecnócratas, de la clase media, de los habitantes de las grandes ciudades, e incluso de los árabes sunitas en las zonas disputadas a los kurdos", explicó Dawood.
"Con las tribus glorifica su papel de defensa del país, con los tecnócratas insiste en el fortalecimiento del Estado central, y a los árabes (tanto sunitas como chiitas) les asegura que no permitirá que los kurdos obtengan más de lo que les corresponde", opinó este investigador.
© 2008 AFP