Toronja (dpa). Los países ricos han roto sus promesas. Cinco años después de comprometerse a aumentar la ayuda para los países pobres en 50.000 millones de dólares, los miembros del G8 aún están lejos de alcanzar su objetivo.
Las ocho grandes naciones industriales admiten que aún les falta destinar a la causa 10.000 millones de dólares, pero la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) eleva esa cifra hasta los 20.000 millones de dólares.
"Muchos ponen como excusa la crisis económica mundial pero la gente más pobre no debería pagar por la locura financiera del mundo rico", criticó la ONG Oxfam poco antes del inicio de la cumbre del G8 en Huntsville, Canadá.
Unos 3.000 millones de personas viven en la pobreza. El hambre y la desnutrición son la principal causa de muerte en el mundo. En esta ocasión se trata de alcanzar medidas para evitar la muerte anual de seis millones de niños menores de cinco años. "No deberían morir", asegura la directora para Africa de la ONG World Vision, Sue Mbaya.
Tampoco las 350.000 mujeres que cada año pierden la vida durante el embarazo o el parto. Canadá ha incluido en el orden del día de esta cumbre la mortalidad infantil y materna. Y es que en ningún otro de los Objetivos del Milenio se han registrado menos avances.
Hace diez años, la Conferencia del Milenio se comprometió a reducir hasta 2015 en dos tercios la mortalidad infantil y en tres cuartas partes la de las mujeres. Para alcanzar ese objetivo, las siete naciones más industrializadas y Rusia deberían liberar otros 24.000 millones de dólares, según los cálculos de Naciones Unidas y de los organismos humanitarios. Pero la cifra que acuerde el G8 en Canadá estará probablemente muy lejos de la necesaria.
A día de hoy, de los 25.000 millones de dólares comprometidos para μfrica en 2005, no han llegado más que la mitad. Sólo el anfitrión de aquella cumbre, Reino Unido, ha cumplido sus promesas, al contrario que Alemania, Francia y sobre todo Italia. Oxfam ha pedido a los participantes en la cumbre que dejen claro cómo piensan movilizar los recursos financieros que todavía faltan hasta 2012.
Las ONGs recuerdan además a los países del G8 su compromiso de aumentar la ayuda al desarrollo hasta el 0,7 por ciento de su Producto Interior Bruto hasta el año 2015.
Mientras se movilizaban miles de millones para el rescate de bancos y para programas coyunturales, el hambre y la pobreza han crecido aún más. La crisis alimentaria que saltó a las primeras páginas de la prensa en 2007 y 2008 está muy lejos de haberse superado.
Mientras a finales de la década del 90 la cifra de personas que pasaban hambre se redujo hasta los 800 millones, desde entonces subió hasta más de mil millones. Según el Banco Mundial, la crisis ha abocado a otros 64 millones de personas a la pobreza y ha causado la muerte de 50.000 niños más en el sur de μfrica en 2009.
En los Objetivos del Milenio, los líderes mundiales también se comprometieron a reducir a la mitad la cifra de personas que sufren hambre hasta el año 2015. A sólo cinco años de esa fecha, todavía se está muy lejos de conseguir el objetivo, apunta la ONG Campaña contra el Hambre (GCAP). Para conseguir tan sólo la mitad de lo propuesto sería necesario destinar anualmente 48.000 millones de dólares adicionales a la agricultura y la seguridad alimentaria.
En este contexto, la idea de un impuesto a las transacciones financieras debe ir más allá, en opinión de las ONGs. ¨Por qué debe servir sólo a los bancos? "Es una oportunidad única para el G20 de cambiar la economía mundial en beneficio de los pobres", asegura Mark Fried, portavoz de Oxfam ante el G20, que también se reunirá los próximos días con ellos en Canadá.
La "avaricia de los ricos" no debería tener prioridad sobre las necesidades de miles de millones de personas. "Tenga la forma que tenga al final, el impuesto no debería servir para rescatar bancos, sino a los más pobres del mundo".