Los líderes etarras expulsados el sábado de República Dominicana están encarcelados en Madrid y aguardan a pasar a disposición judicial, mientras las fuerzas políticas españolas destacan el giro que esta acción supone en la política del Gobierno hacia la banda terrorista.
Eugenio Etxebeste "Antxón", Ignacio Aracama Mendia "Macario" y José María Gantxeki "Pello", que llegaron a las 23:20 de la noche del sábado en un avión de la Fuerza Aérea española, se encuentran presos en la comisaría de policía del barrio madrileño de Moratalaz, donde esperan ser citados por el juez de guardia de la Audiencia Nacional, tribunal especializado en delitos de terrorismo.
Al fracasar las conversaciones entre la banda terrorista y el anterior gobierno español, celebradas en Argel, los tres cabecillas de ETA fueron deportados en 1989 a República Dominicana, donde constituían el llamado "aparato de interlocución" de la banda ante una eventual apertura de negociaciones. (Nota aparte).
Se da la circunstancia de que "Antxón" fue el principal interlocutor de ETA en las conversaciones que la banda terrorista mantuvo en Argel con el anterior gobierno socialista. Antxón habría sido marginado por los duros de la dirección de ETA en Francia, que "esperaban resultados prácticos y no paja mojada", según Makario. El aparato de interlocuión y los duros que gobiernan la cúpula de ETA mantenían tácticas diferentes.
Gobierno fortalecido
Para el Gobierno español, la expulsión supone el fin de una "situación anómala y excepcional desde el punto de vista jurídico y del derecho internacional que, además, era completamente inútil y estéril"., en palabras de Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior.
El Ministro afirmó que estas expulsiones ponen de manifiesto la fortaleza tanto del Gobierno como de la democracia española, así como la "perseverancia" en la cooperación internacional.
Las fuerzas políticas españolas interpretaron la expulsión de los etarras como el fin de una etapa en la política hacia ETA, que se veía venir y que, según algunos políticos, tiende a un endurecimiento de la estrategia respecto a la banda terrorista.
El portavoz del gobernante Partido Popular (PP) en la Comisión de Interior del Congreso, Ignacio Gil Lázaro, afirmó que esta acción supone "el retorno a la normalidad en la aplicación de la ley a los 'duros' de la banda terrorista" y cierra "espacios de ambigüedad y posibilidades operativas para la banda".
Golpe simbólico
La llegada a Madrid de tres dirigentes históricos de ETA, expulsados la víspera por la República Dominicana, constituye un golpe simbólico del Gobierno español a la organización separatista vasca.
Eugenio Etxebeste, alias Antxon, negociador oficial de ETA, y otros dos históricos fundadores de la organización, Ignacio Aracama Mendía, alias Makario, y José María Gantxegi Arruti, alias Peio, llegaron a Madrid la noche del sábado en un avión militar español.
Después de haber sido interrogados por la policía, se preparaban para comparecer ayer u hoy ante la justicia, que los acusa de varios delitos de asesinato, un intento de atentado, un secuestro y tenencia de armas y explosivos.
Esta triple expulsión "es la forma más humillante de decir a ETA que no va a haber ningún tipo de diálogo" con el gobierno conservador español, estimaba ayer un experto de la lucha antiterrorista citado por el diario madrileño El País.
Los tres dirigentes etarras llegaron a Santo Domingo en 1989, después de haber sido expulsados de Argelia, junto con otros dos, pendientes aún de destierro: Belén González Peñalva y Angel María Iturbe. Con Antxon a la cabeza, todos ellos componían el aparato de de interlocución de ETA en la isla para eventuales contactos o negociaciones con el Gobierno español.
El proceso de negociación entre ETA y el Gobierno socialista se inició en Argel en enero de 1989, sin llegar a ningún avance en abril de ese mismo año. Desde entonces el aparato de interlocución se mantuvo en República Dominicana, donde recibían un sueldo mensual de 84.000 pesetas (unos $500), que abonaba el Gobierno español, según denuncias repetidas de la Asociación Víctimas del Terrorismo.
El ministro español de Interior, Jaime Mayor Oreja, declaró que esta expulsión no supone "un cerrojazo a la posibilidad de iniciar un hipotético diálogo con la banda de ETA. Nada estaba abierto ni cerrado, pero la llamada ventanilla de Santo Domingo era, en realidad, una farsa que solo servía para alguna que otra maniobra utilizada de altavoz internacional de ETA".
La policía española supone que estos dirigentes perdieron casi toda la influencia en el seno de la dirección actual de ETA para hacer respetar un hipotético acuerdo de paz.