Tokio. EFE. La contundente victoria del primer ministro nipón, Junichiro Koizumi en los comicios de setiembre le ha dado vía libre para acometer reformas que pueden transformar la faz política y social de Japón.
El año 2005 ha sido el de Koizumi, el año que ha visto la consolidación del político, capaz de ocultar en su ironía y gestos extravagantes un puño de hierro para aplastar a sus contrarios.
Con la mayoría absoluta en el Parlamento, quedó expedito el camino para que Koizumi sentara las bases de la reforma de la Constitución, reforzara la alianza con Estados Unidos y lanzara la ansiada privatización del Servicio Postal nipón.
Además de canalizar los envíos de cartas y paquetes postales, el servicio de correos nipón es la mayor caja de ahorros del mundo, con tres billones de dólares en fondos, y el mayor comprador de deuda pública de Japón.
Con el apoyo popular recibido en las elecciones, Koizumi sacó adelante la reforma postal.
Una de las metas de esta privatización, promulgada el 14 de octubre pasado, es reducir la deuda pública, la mayor de los países ricos.
Seguridad. Una vez en marcha la reforma postal, Koizumi puso en el punto de mira la transformación, más ambiciosa si cabe, del sistema de seguridad de Japón, en teoría una democracia pacifista que tiene prohibido por su Carta Magna intervenir en conflictos ajenos.
El 26 de octubre, el Parlamento leal a Koizumi aprobó la ampliación de la Ley especial de medidas antiterroristas , que regula el apoyo naval a la campaña afgana de EE. UU. desde el Índico.
Tres días después, Japón y EE. UU. ponían en marcha su "alianza global" de seguridad, con el acuerdo de reubicar las fuerzas armadas norteamericanas en el archipiélago de Okinawa y el compromiso de Tokio para que sus fuerzas participen en misiones de paz ahora limitadas por la Constitución.