
Fuentes oficiales informaron de que Hat Yai, capital de la provincia de Songkhla, está casi totalmente sumergida y que en algunos lugares el agua alcanzó el martes más de un metro de altura.
La ciudad está sin suministro eléctrico y servicio telefónico, e inaccesible por tierra, ya que las carreteras llevan tres días cortadas, igual que el servicio de trenes.
Las lluvias torrenciales también obligaron a cerrar el aeropuerto de la isla de Samui, frente a las costas de Songkhla y cuyas playas son uno de los mayores destinos turísticos de Tailandia.
Los meteorólogos dijeron que la tormenta se aleja del país hacia el oeste, pero advirtieron del riesgo de olas gigantes en toda la región del Istmo de Kra, que separa el golfo de Siam del Mar de Andamán.
El primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, compareció en televisión y confió en una pronta resolución a estas circunstancias.
Las lluvias torrenciales en el norte y noreste de Tailandia causaron 107 muertos desde que comenzaron el 10 de octubre.
Casi seis millones de personas se han visto afectadas por las riadas, que dejaron anegadas vastas áreas de 38 provincias, incluidas varias de la despensa arrocera. Además, causaron daños por $300 millones, sobre todo en Lopburi, Nakhon Ratchasima y Buriram.
Las autoridades quieren evitar a toda costa que las inundaciones lleguen a Bangkok, como sucedió en 1986 y 1991, cuando los desbordamientos colapsaron durante días esa ciudad y los alrededores.
Como medida de prevención, los servicios de emergencia colocaron miles de sacos de arena en los puntos débiles del río Chao Praya y distribuyeron bombas de agua por si se desborda.
Tailandia tiene un clima tropical en el que se da el monzón, un viento estacional que se produce porque la tierra se calienta y se enfría más rápido que el agua.