El domingo 22 de octubre del 2023, el piloto Joseph Emerson, de Alaska Airlines, cometió lo que el llama el error más grande de su vida. Viajaba de regreso a su casa como pasajero, dentro de la cabina de mando del vuelo 2059 cuando, en pleno vuelo, a 31.000 pies de altura (9,4 km), intentó apagar los dos motores del Embraer 175 que transportaba 79 pasajeros y cinco tripulantes.
Emerson, de 44 años, iba sentado detrás de los dos pilotos, en el llamado “jump seat”, un asiento plegable para uso de tripulantes. Despegaron de Everett, estado de Washington, con destino a San Francisco, California. Mientras volaban cerca de Portland, Oregón, él comentó “no estoy bien”, se puso de pie, y comenzó a jalar los dos controles en forma de T que apagan los motores en caso de incendio. Los dos pilotos lograron restablecer rápidamente las palancas y lograron evitar el apagado y pérdida de potencia.
Hoy enfrenta cargos por intento de asesinato de 83 personas. En una entrevista en su casa en Pleasant Hill, California, declaró a ABC News que todo fue producto de uno s hongos psicodélicos que consumió con unos amigos el viernes anterior por la noche. Se trata de una droga que puede provocar alucinaciones por horas y que, en el caso de él, afirmó, se prolongaron por días.
Contó que ese domingo, cuando un amigo lo llevaba al aeropuerto, no se sentía bien. Expresó que solo deseaba estar en su casa en California y un miedo creciente comenzó a apoderarse de él, el cual se intensificó cuando se sentó en la cabina de mando. “Tuve una sensación de estar atrapado, como, ‘¿estoy atrapado en este avión y ahora nunca llegaré a casa?’”, dijo a ABC News.
Relató que en la reunión donde consumió hongos con sus amigos estuvieron recordando a Scott, un piloto que era su mejor amigo y quien falleció seis años antes en un accidente. Desde entonces, ha batallado con ese sentimiento de dolor, el cual, dijo, aumentó con la droga.
Luego de que Emerson intentara apagar los dos motores, fue sacado de la cabina y llevado a otro “jump seat” en la parte trasera de la nave. Allí, intentó abrir una de las puertas, acción que una de las tripulantes de cabina logró evitar. Él mismo le dijo a su compañera de vuelo que lo esposara para que la situación no empeorara.
Otro asistente de vuelo lo escuchó decir: “Arruiné todo” e “intenté matar a todos”. Poco después del incidente, mientras el avión aún estaba en el aire, el piloto informó al control de tráfico aéreo: “Hemos sacado de la cabina al tipo que intentó apagar los motores, y no parece que esté causando problemas en la parte trasera en este momento”.
Él describe el incidente como los 30 segundos más terribles de su vida. Diez meses después, ahora está agradecido por esos momentos: salvaron su matrimonio, le permitieron pasar más tiempo con sus hijos y lo llevaron a una vida de terapia, recuperación y al lanzamiento de una nueva organización sin fines de lucro diseñada para ayudar a otros pilotos que luchan con enfermedades mentales.
‘Cometí un gran error’
Emerson declaró en ABC News que después del incidente y justo antes de ser esposado, le envió un mensaje de texto a su esposa. “Cometí un gran error”, decía el mensaje. Sarah Emerson respondió: “¿Qué pasa? ¿Estás bien?” “No lo estoy”, respondió Joseph.
Esa fue la última vez que Sarah escuchó a su esposo durante días. Inmediatamente rastreó su vuelo y se enteró de que había sido desviado y había hecho un aterrizaje de emergencia en Portland. Ella supo poco de lo sucedido durante 24 horas. No fue hasta que una recepcionista de la cárcel le dijo que se enteró de que a su esposo se le habían imputado 83 cargos de intento de asesinato, uno por cada persona a bordo del avión, informó ABC News.
“Son 30 segundos de mi vida que desearía poder cambiar, y no puedo”.
“Había dos manijas rojas frente a mi cara. Y pensando que iba a despertar, pensando que esta era mi forma de salir de esta realidad no real, levanté las manos y tiré de las palancas. Lo que pensé es: ‘Esto me va a despertar’. Sé lo que hacen esas palancas en un avión real y necesito despertar de esto. Sabes, son 30 segundos de mi vida que desearía poder cambiar, y no puedo”.
“Ambos pilotos agarraron mis manos, donde me detuve y tuve ese momento, que diré que considero como un regalo”.
Dos regalos, dijo Emerson. El segundo fue que los motores no se apagaron, sino que continuaron operando normalmente. “Observo a los pilotos reaccionar a la difícil situación que les acabo de presentar y los veo reaccionar de manera muy profesional”, dijo sobre los pilotos. “Los escuché conversar sobre mí y dije: ‘¿Quieren que salga de la cabina?’” Los pilotos desbloquearon la puerta de la cabina para él, y “abrió la puerta a un asistente de vuelo muy confundido”, recordó.
Emerson dijo que caminó hacia la cabina, bebió directamente de una cafetera y se sentó en el asiento auxiliar de los asistentes de vuelo. Ninguno de los pasajeros sabía que el hombre con uniforme de piloto había intentado apagar los motores de su avión solo unos momentos antes.
Y aunque su carrera de piloto puede haber terminado, Emerson y su esposa esperan marcar la diferencia con una organización sin fines de lucro que fundaron en los últimos meses llamada Clear Skies Ahead, cuyo objetivo es ayudar a los pilotos que enfrentan enfermedades mentales y eliminar el estigma que a veces impide que los pilotos busquen tratamiento. Emerson le dice a ABC News: “Por supuesto que quiero volar de nuevo”, pero dice que sabe que tal vez no sea posible, y agrega: “Lo que depende de mí es hacer lo que tengo frente a mí, ponerme en una posición donde eso es una posibilidad, que puede suceder”.
Emerson tenía certificación de piloto de transporte de línea aérea con permisos para volar el Airbus A320, el Boeing 737, el Canadair Regional Jet y el De Havilland Dash 8. No tenía certificación para volar el Embraer 175 –y tampoco lo manejaba– el día que viajaba como pasajero de regreso hacia su casa luego de una rutina de viajes.