Estos espacios se encuentran en varias partes del país y constituyen todo un estilo de vida. Son extensiones medianas de tierra en donde un grupo de personas, sin distingo de edad, se reúne para plantar, compartir experiencias y disfrutar.
En la actualidad están en pleno auge en países como España, Alemania e Inglaterra; sin embargo, su inicio tuvo lugar en plena Segunda Guerra Mundial, cuando los ciudadanos que quedaron en las urbes se organizaron para tomar los parques y así sembrar alimentos, con el fin de colaborar con sus ejércitos.
En Costa Rica datan de hace algunas décadas. La mayoría han sido puestas en marcha por extranjeros, pero cada día se suman más costarricenses, conscientes de la importancia y del impacto que supone "volver a la tierra".
Una de estas huertas urbanas (o comunitarias) se ubica en Sabanilla y lleva por nombre Fultierra. Funciona desde 2008 y cada viernes recibe a un grupo de vecinos y visitantes para juntos cultivar diversidad de plantas: culantro, lechuga, repollo, variedades medicinales, kartuk (hierba similar al perejil), jamaica, entre otras especies.
En pos de la abundancia
Santiago Miranda, un joven permacultor (nombre de la especialidad), forma parte de esta y de otras iniciativas. Según explicó, esta práctica no solo pretende lograr la seguridad alimentaria y la autogestión, sino que promueve "la abundancia", pues el objetivo es que cada miembro se beneficie de las habilidades de los otros. "Este es un espacio en donde todos somos iguales y creamos sentido de colectividad", afirma.
Incluso, se han dado casos de personas que llegan a la huerta por curiosidad o porque se encuentran deprimidas y empiezan a observar cómo la dinámica de las plantas no es más que una analogía de la propia vida: los ciclos, las inclemencias del tiempo, el proceso de sembrar y ver crecer los cultivos...
"Aquí cada quien va conectando a su propio ritmo; todas las formas de explorar son válidas. Para nosotros es muy importante el empoderamiento individual y por eso acá nadie se equivoca", comentó Santiago, quien en 2014 fundó la Red de Huertos Urbanos de Costa Rica.
En San José, por ejemplo, funcionan a la fecha cerca de 10 huertas urbanas, y las hay también en Pérez Zeledón, Zarcero, Coronado y Escazú. Hasta el momento, este tipo de espacios son de carácter privado y entre todos los participantes mantienen el lugar; no obstante, el Ministerio de Cultura y algunas empresas comerciales han colaborado otorgando pequeñas ayudas, conscientes del impacto que genera el movimiento: volver a la esencia, a la salud y a conectarse con la naturaleza a través de una actividad que también produce un beneficio económico.
"Todos deberíamos saber comer y cómo curarnos", enfatizó Santiago Miranda, un entusiasta que cree en la constancia y en la disciplina de esta actividad. "El éxito es llegar a la meta todos juntos, no solos, y esto tiene un impacto no solamente en la salud, sino en las relaciones humanas", puntualizó.
En el mundo
Al 2015, en Madrid existían cerca de 15 mil huertas urbanas. En general, son parcelas, ubicadas en los centros de las ciudades, que se alquilan para sembrar tomates, papas, lechugas, entre otros cultivos. Hay personas que las establecen hasta en balcones y terrazas. Sin embargo, lo más común es verlas en terrenos que los ayuntamientos alquilan a uno o varios ciudadanos con el fin de que ellos cultiven sus propios vegetales, y los asisten proveyéndoles agua, por ejemplo. En los Estados Unidos también se ha popularizado este tipo de huertas, y destaca el caso de Londres, donde un otrora refugio antiaéreo es hoy ocupado por decenas de sembradíos. La buena noticia es que en Costa Rica ya son una fuerza viva.
Contacto
Grupo de Huertos Urbanos de Costa Rica
www.facebook.com/groups/huertosurbanoscr/
Santiago Miranda, tel.: 8526-0127.