Esta semana, el cuerpo de Azizov, de 20 años, fue sepultado en su aldea en una zona montañosa en Tayikistán -un funeral en el que los dolientes expresaron su furia. Maldijeron a Moscú, dijo el tío de Azizov, Rakhmatsho, a The Associated Press por teléfono el jueves.
Al igual que millones de otros inmigrantes de ex repúblicas soviéticas ahora empobrecidas, Azizov, que fue asesinado el 5 de diciembre, fue en busca de trabajos humildes en Moscú para huir de la miseria. Ahora, dicen expertos, los rápidos efectos de la crisis económica -la peor de Rusia en una década- han desatado una ola de ataques contra inmigrantes no eslavos, con rasgos asiáticos o levantinos.
Más de 100 extranjeros han sido asesinados al parecer en esos ataques este año, cuatro veces más que en el 2004, de acuerdo con el Buró Moscovita de Derechos Humanos.
Existe un vínculo directo entre la crisis y el aumento de la violencia, dijo Gavkhar Jurayeva, que dirige un centro de derechos humanos que trabaja en la capital con inmigrantes de Asia Central.
Los asesinos de Azizov, que no han sido capturados, advirtieron de más ataques a menos que el Kremlin expulse a lo que llamaron los ocupantes negros.
El desplome financiero global ha sacudido la economía rusa. Pero ha afectado de manera particularmente brutal a los 10 millones de trabajadores extranjeros que hicieron de Rusia el segundo mayor destino para trabajadores migrantes en el mundo, después de Estados Unidos.
Esos inmigrantes trabajan en la construcción y la agricultura, barren calles y colectan basura, cuidan niños y sirven comida en ciudades, regiones petroleras siberianas o Zonas rurales plagadas por alcoholismo. Ellos han sufrido abusos verbales y físicos, pagos demorados o suspendidos y despidos.
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