El éxodo del empresariado chino y de los ejecutivos de compañías multinacionales extranjeras, por temor a una escalada de la violencia política en Indonesia, coloca a este país asiático al borde de la desintegración económica.
El Banco Nacional de Indonesia suspendió las actividades financieras, incluidas las operaciones de cambio de divisas, debido al agravamiento de la crisis económica y monetaria provocada por los violentos disturbios vividos desde el jueves pasado.
Esa decisión de las autoridades monetarias mantiene congelada la cotización de la rupia que, debido a los disturbios, superó la pasada semana la barrera psicológica de las 11.000 unidades por dólar, luego de haberse cotizado en 8.000 unidades antes de los incidentes en Yakarta, la capital de Indonesia.
A manera de ultimátum, el líder opositor musulmán Amien Rais, quien encabeza la oposición política en Indonesia, dio al presidente Suharto un plazo hasta el día 21 para dimitir, si no quiere terminar "como Ferdinand Marcos o Mobutu", en referencia a los dictadores de Filipinas y del antiguo Zaire.
En un debate trasmitido en la cadena de televisión norteamericana NBC, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Sandy Berger, recomendó a Suharto dialogar con la oposición y realizar las reformas políticas que permitan superar el caos en que está sumergida Indonesia, y que ya lleva 500 víctimas.
Numerosos analistas financieros temen que se avecina un caos financiero, tras la masiva huida de empresarios, en su mayoría de origen chino (controlan el 70 por ciento de la economía nacional), y la evacuación de expatriados llevada a cabo por los gobiernos extranjeros, ante la oleada de protestas violentas contra el régimen de 32 años de Suharto.
Más de 3.000 viviendas y comercios, en su mayoría propiedad de la minoría china, fueron incendiados o saqueados, incluida la lujosa residencia del mayor magnate de Indonesia, Liem Sioe Liong.
Orden de salida
Ante la explosiva situación económica y política, que ha originado el distanciamiento del presidente de Indonesia, general Suharto, y numerosos sectores sociales que exigen su renuncia, los gobiernos de estados vecinos y occidentales decidieron el viernes pasado evacuar a sus ciudadanos.
En la lista de empresas que han cerrado sus puertas se encuentran, entre otras, American Express, Citicorp, General Motors, Siemens, Deutch Bank y ABN Ambro Holding.
Según analistas, la inestabilidad y la deserción masiva paralizarán las inversiones y se agravará, además, el problema de los suministros y el desempleo, el cual, de acuerdo con estadísticas oficiales, afecta ya a más de 17 millones de indonesios.
En la década pasada, Indonesia tuvo un crecimiento a un ritmo superior al 8 por ciento y recurrió en agosto pasado al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener ayuda financiera ($43.000 millones), supeditada a una estricta reforma bancaria, de los monopolios estatales, privilegios especiales y recorte del gasto público, que han desatado la protesta social desembocada en violencia.