Con esta ceremonia ancestral, los indígenas de la región andina de Bolivia iniciaron el mes dedicado a las ofrendas a la Pachamana (Madre Tierra).
Los ritos comienzan los primeros días de agosto y tienen el propósito de agradecer y fertilizar la tierra para el nuevo ciclo agrícola que iniciará en breve cuando se retire el invierno del Hemisferio Sur.
Antes de preparar sus tierras para la nueva siembra, los campesinos agradecen a la Pachamama con ofrendas al pie de altares de piedra en los cerros andinos donde, según la tradición, habitan los achachilas o dioses andinos.
Las ceremonias se realizan de preferencia en la madrugada o al atardecer y terminan con una comilona y consumo de alcohol y cerveza. Antes de sacrificar a una llama blanca, los participantes de la ceremonia atizan en una hoguera coca, incienso, dulces de colores, lanas y un feto de camélido que en la simbología andina tiene diversos significados.
Expertos dicen que estas ceremonias están ligadas al calendario agrícola. La tierra ha quedado reseca y sedienta por el frío y la falta de lluvias durante el invierno austral en esta región de los Andes.