
El cuerpo momificado de un niño inca, hallado en 1985 a más de 5.400 metros sobre el nivel del mar, fue trasladado a su morada original en el Aconcagua.
Un importante paso se concretó en el proceso de restitución ancestral del Guardián del Aconcagua, como se conoce al niño inca momificado que fue hallado en enero de 1985 en la cara sur del cerro Aconcagua. Este sábado, sus restos fueron trasladados desde el Conicet hasta el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano, donde descansará en condiciones especiales, sin intervención ni exhibición pública.
La momia, declarada Patrimonio de la Humanidad con Valor Universal Excepcional (VUE), había permanecido por décadas en el Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales (Incihusa) bajo custodia científica.
El operativo, realizado en la madrugada del sábado, incluyó un traslado bajo estrictas medidas de seguridad. El dispositivo, organizado por el Gobierno de Mendoza, contó con participación de técnicos, conservadores y representantes indígenas.
Durante el traslado, se realizaron ceremonias espirituales tradicionales con participación de pueblos originarios, entre ellas una despedida simbólica con una pluma de cóndor. El contenedor con los restos fue ubicado en la sala de guarda denominada Gualtach Caye, un espacio acondicionado especialmente para su conservación y diseñado en conjunto con comunidades indígenas.

La sala cuenta con control térmico y un sistema avanzado de preservación preventiva, así como un laboratorio de investigación. El acceso al lugar será restringido en respeto a las prácticas culturales y espirituales. La obra fue ejecutada por Infraestructura Escolar, bajo coordinación técnica de Valentina Ruggiero, especialista en conservación de bienes culturales.
El hallazgo ocurrió el 26 de enero de 1985, cuando un grupo de cinco andinistas mendocinos descubrió a 5.400 metros de altura los restos de un niño de aproximadamente 8 años. El cuerpo se encontraba en excelente estado de conservación debido a las bajas temperaturas. También se localizaron estatuillas de oro y plata, lo que reforzó la hipótesis de un sacrificio ritual realizado por sacerdotes incas tras una larga peregrinación desde Cuzco.
Ese mismo día Mendoza vivió uno de los sismos más fuertes de su historia, hecho que alimentó la creencia popular de una posible “maldición” asociada al descubrimiento y la alteración del descanso del niño.
El traslado al Museo Moyano representa la primera fase del proceso de restitución, previsto en el Proyecto Preliminar Master Plan. En 2020, la Dirección de Patrimonio Cultural de Mendoza consolidó la Mesa de Diálogo Intercultural, integrada por representantes de pueblos originarios. Desde entonces se definió un plan por etapas para lograr un tratamiento ético y respetuoso, conforme a normas internacionales de conservación y cosmovisión indígena.
El regreso del niño inca a la montaña no tiene aún fecha confirmada. La intención es que repose en un santuario que garantice su preservación sin exposición al público ni alteración del entorno. Para las comunidades, este proceso simboliza el reconocimiento del niño como ser humano y ancestro, no como objeto de estudio.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
