El presidente Barack Obama se apresta a ir a Cuba , la otra semana, en una visita que marcará la culminación de su decisión, en conjunto con Raúl Castro, de restablecer las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Es muy simbólico, y a la vez paradójico, que esa cercanía geográfica entre Cuba y Estados Unidos no lo fue en lo político, hasta hace muy poco tiempo. De hecho, Obama será apenas el segundo mandatario estadounidense en llegar a la Isla en casi 90 años.
La historia habrá de reconocerle a Obama el coraje de romper con una política absurda, desfazada e inútil que pretendió, por la vía de las sanciones económicas (antes también por medio de la promoción de acciones armadas), forzar un cambio en la naturaleza del régimen dictatorial marxista vigente desde 1959.
El embargo comercia l, cuyo levantamiento depende del Congreso, es el monumento más evidente del fracaso de esa “terapia de choque” con la cual Washington quiso torcerle el brazo a Fidel Castro.
Los pasos emprendidos desde el 17 de diciembre del 2014 van en la dirección correcta de normalizar unos vínculos históricos, muy estrechos, que se remontan a los tiempos cuando Estados Unidos y Cuba eran, respectivamente, colonias inglesa y española.
Empero, hay obstáculos por superar y uno de ellos es la base naval de Guantánamo , en el sureste de la Isla.
Este es un asunto particularmente delicado pues hiere el sentimiento nacional de los cubanos. Su vecino ocupa por la fuerza e ilegalmente un territorio en el cual se asentó como consecuencia de la imposición a Cuba de la Enmienda Platt ( 1902), que dio a la entonces naciente potencia el “derecho” de intervenir en la política exterior, la economía y la defensa del país caribeño.
Ese documento, incorporado como un apéndice en la primera Constitución cubana, convirtió a Cuba en un protectorado estadounidense y constituyó una expresión inequívoca de imperialismo.
Devolver Guantánamo sería tanto un acto de justicia y respeto como una demostración de que Washington quiere, en verdad, relaciones de igual a igual con La Habana.
La normalización plena de vínculos no estará completa mientras Estados Unidos siga ocupando Guantánamo.