Ginebra. AFP. El gobierno ceilanés y los rebeldes tamiles iniciaron ayer en Ginebra arduas negociaciones, las primeras en ocho meses, para tratar de alcanzar un consenso que ponga fin a la violencia que sacude la isla desde hace más de 30 años.
Los miembros de las dos delegaciones se dieron un apretón de manos ante los periodistas en el Centro Internacional de Conferencias de Ginebra antes de entablar, bajo mediación de Noruega, un diálogo a puerta cerrada que en principio durará dos días.
Su último encuentro, mantenido a finales de febrero cerca de Ginebra, concluyó con el compromiso mutuo de frenar la violencia, pero desde esa fecha los combates han causado casi 3.000 muertos.
Fuentes diplomáticas se muestran más bien pesimistas sobre el desenlace de estas negociaciones y estiman que no habrá resultados determinantes.
Suicidas. Los separatistas Tigres para la Liberación de Eelam Tamil (LTTE) mataron en octubre a 250 militares ceilaneses en dos atentados suicidas perpetrados en una semana, tras una ofensiva fallida del ejército regular.
“No habrá probablemente resultados concluyentes, pero esperamos obtener un acuerdo sobre la fecha de nuevas negociaciones”, afirmó un diplomático próximo a las conversaciones. Probablemente en diciembre o enero, agregó.
El LTTE lucha por la autonomía del noreste del país, cuya población es mayoritariamente tamil, y no ceilanesa, como en el resto de Sri Lanka.
El conflicto, que comenzó hace más de 30 años, ha costado la vida a más de 60.000 personas.
El encuentro de ayer comenzó sin una agenda oficial. Los representantes de ambas partes almorzaron juntos el viernes pero no se pusieron de acuerdo sobre el programa de las negociaciones, según fuentes diplomáticas.
Los rebeldes quieren que se aborde de forma prioritaria las cuestiones humanitarias, en particular la reapertura de la principal carretera de acceso a la península de Jaffna, que permanece cortada desde los combates de agosto, lo que ha sumido en una situación crítica al medio millón de residentes de la zona.
El jueves, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) estimó que la situación es “más bien desastrosa”.
En cambio, Colombo prefiere centrarse en la resolución política del conflicto antes de abordar los aspectos humanitarios.