Casi medio siglo después de asentarse en la Amazonia boliviana, el famoso fotógrafo alemán Hans Ertl, que cubrió la campaña nazi en la Segunda Guerra Mundial, quiere morir lejos de su tierra.
"No quiero regresar a mi país. Quiero, incluso muerto, quedar en esta mi tierra", dijo a Reuters el anciano testigo del poder y la caída del régimen de Adolfo Hitler.
Condecorado con la Cruz de Guerra por su jefe, el mariscal Erwin Rommel, el Zorro del Desierto, Ertl dice que es feliz contemplando en soledad la espléndida naturaleza tropical.
Hans Ertl, debilitado pero lúcido a sus 92 años, llegó a Bolivia en 1950 como parte de una investigación de la firma alemana Siemens sobre placas fotográficas en la altura, e hizo del país suramericano su hogar definitivo.
Pocos meses después de su arribo, según su propio relato, compró la hacienda La Dolorida, próxima al pintoresco pueblo ganadero de San Javier, en el distrito oriental de Santa Cruz, a unos 900 kilómetros de La Paz.
En su hoy destartalada casa de hacienda, Ertl recibió a Reuters sin previo aviso, como todo contacto suyo con extraños pues no quiere radio ni teléfono a su alcance.
El periodista ya había sido advertido en San Javier de que el alemán sólo recibe a quienes quiere, que no permite que cualquiera rompa su tranquilidad entre el ganado vacuno, los caballos, los pavos y los patos que concentran su atención, con una pequeña laguna de garzas silvestres convertida en sitio privilegiado de recogimiento.
Alertado por uno de los tres hombres que trabajan a su servicio, Ertl accedió a conversar sin orden en la puerta de su casa, evidenciando que la fuerte luz solar le incomodaba.
"Yo trabajé para el mariscal Rommel, él era mi jefe, era como un dios para mí", relató.
"Nunca compartí los ideales nazis, yo no tenía nada contra los judíos, sobre todo contra las judías", apuntó, tras recordar que él también sufrió represión cuando la policía secreta de Hitler, la temible SS, le prohibió en 1938 viajar a Chile para un proyecto cinematográfico.
"¿Fotografió usted a Hitler?", preguntamos.
"Sí, fotografié a Hitler durante las Olimpíadas (de Berlin, 1936) cuando trabajaba con la realizadora Leni Riefenstahl", respondió.
"Recuerdo que era una señorita muy linda, con un sombrero muy grande y con ropas delicadas, se acercó a Hitler y lo besó mientras la multitud aplaudía.