
En el corazón de Hanói, una calle angosta concentra una escena poco común. Las viviendas se levantan a escasos centímetros de una vía férrea activa. El tren pasa varias veces al día sin barreras ni andenes. La vida cotidiana se organiza alrededor del convoy que cruza el barrio.
En cualquier otra ciudad, este espacio sería una zona restringida. En la capital de Vietnam, la llamada Calle del Tren se convirtió en un fenómeno urbano que mezcla riesgo, rutina y turismo.
Train Street atraviesa el distrito de Hoàn Kiếm, uno de los sectores más antiguos de Hanói. La línea férrea se construyó durante la época colonial francesa. Con el crecimiento urbano, las casas avanzaron hasta el borde del riel.
El tren nunca dejó de circular. Los residentes tampoco abandonaron el lugar. Las fachadas, puertas y ventanas quedaron separadas del convoy por pocos centímetros de cemento.
Vida cotidiana al borde del riel
En esta calle, cocinar, conversar o jugar ocurre con horarios marcados por el tren. Cuando se aproxima, los vecinos recogen mesas, sillas y objetos. El paso del convoy obliga a una coordinación precisa entre residentes y comerciantes.
Esta convivencia extrema plantea interrogantes sobre los límites del urbanismo en ciudades densas y con escaso espacio disponible.
Durante los últimos años, la calle ganó fama internacional. Las imágenes del tren pasando junto a turistas con café en mano circularon de forma masiva en redes sociales. El sitio se volvió una parada habitual para visitantes extranjeros.
El auge impulsó la apertura de cafés y terrazas improvisadas. Muchos hogares adaptaron sus fachadas para atender turistas interesados en observar el paso del tren desde pocos metros.
Medidas oficiales y tensiones locales
El crecimiento del turismo generó preocupación en las autoridades. En marzo de 2025, el Departamento de Turismo de Hanói ordenó a las agencias suspender las excursiones organizadas a la zona. La decisión respondió a razones de seguridad y a incidentes ocurridos por la cercanía con el tren.
Las autoridades colocaron barreras físicas y rótulos de advertencia. También clausuraron negocios sin permisos. Aun así, el control se aplica de forma intermitente.
Pese a las restricciones, la calle sigue recibiendo visitantes. En los extremos de la vía, donde la vigilancia resulta menor, varios comercios permanecen abiertos. Los turistas se agrupan detrás de las barreras para observar el paso del tren.
La imagen de peligro y cercanía continúa como una de las postales más fotografiadas de Hanói.
Más que una rareza urbana
Vivir junto a una vía activa implica riesgos evidentes. Sin embargo, en contextos urbanos densos, el espacio se redefine. La Calle del Tren funciona como una metáfora de ciudades que se adaptan a infraestructuras preexistentes sin planificación suficiente.
Aunque pocos lugares muestran una cercanía tan extrema, situaciones similares se repiten en ciudades del sudeste asiático, África y América Latina, donde la infraestructura ferroviaria convive con asentamientos informales.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
