Timothy McVeigh, el condecorado exsoldado del ejército que llevó al corazón de Estados Unidos la sangrienta malevolencia del terrorismo, fue ejecutado ayer mediante una inyección letal, poco más de seis años después de que causó 168 muertos al detonar un camión bomba frente a un edificio federal de Oklahoma City.
McVeigh fue a su muerte sin hacer una declaración oral, pero dejó un comunicado escrito que contenía el texto de un poema compuesto en el siglo XIX por William Ernest Henley, titulado Invicto , que elogia el triunfo del espíritu humano.
En Washington, el presidente George W. Bush dijo que la ejecución de McVeigh llevó justicia a las víctimas.
"Las víctimas del atentado explosivo de Oklahoma City no han recibido venganza sino justicia", sostuvo Bush poco antes de emprender un viaje a Europa donde probablemente enfrentará protestas de los oponentes a la pena de muerte.
Para muchos estadounidenses, su ejecución fue la justicia definitiva para vengar un perverso ataque contra niños, mujeres y hombres inocentes. Algunas de las víctimas y sus familiares confiaban en que sellará un doloroso capítulo en la historia estadounidense.
Pero para algunos estadounidenses persisten las interrogantes en torno a la detonación del 19 de abril de 1995 frente al edificio federal Alfred P. Murrah, el peor atentado terrorista jamás perpetrado en territorio estadounidense.
La interrogante primordial es la de si McVeigh actuó solo o si aún hay conspiradores que no fueron capturados. McVeigh, de 33 años, siempre insistió en que tácitamente actuó solo.
Muerte del condenado
El alcalde de la prisión federal de Terre Haute, Harley Lappin, dijo ante un nutrido grupo de representantes de los medios que habían acampado en las inmediaciones de la prisión que McVeigh murió a las 7:14 a. m.
Lappin precisó que la ejecución se llevó a cabo de conformidad con lo previsto, a excepción de la demora de unos cuantos minutos para conseguir que funcionara una transmisión por circuito cerrado de televisión hasta Oklahoma City, que fue observada por víctimas del atentado o sus familiares. "Timothy James McVeigh ha sido ejecutado por inyección letal", dijo Lappin, en tono solemne.
Su ejecución la presenciaron unas 350 personas, entre ellas 30 dentro de la prisión y el resto a través del circuito cerrado de televisión en Oklahoma City.
En esa ciudad, 232 sobrevivientes y familiares de las víctimas se congregaron para presenciar la ejecución por circuito cerrado de televisión en transmisión enviada desde Terre Haute, Indiana. Otros se abrazaron y lloraron en el monumento que hoy marca el sitio donde ocurrió el atentado.
McVeigh vestía una camiseta blanca, pantalones color caqui y zapatos deportivos. Su cara estaba pálida y su cabello muy corto.
Janice Smith, cuyo hermano Lanny Scroggins murió en el atentado, rezó con su hija en el Monumento Nacional Oklahoma City; se retiró cuando supo que McVeigh había muerto. "Se acabó", dijo. "No tenemos que seguir más con él".
"Creo que hoy (ayer) hemos visto el rostro del mal", expresó Kathy Wilburn, cuyos nietos Chase Smith, de 3 años, y Colton, de 2, murieron en el ataque.
Varios de quienes presenciaron la ejecución, ya fuese personalmente o por televisión, se quejaron de que la muerte por inyección fue demasiado compasiva para McVeigh.
"No sufrió nada. El hombre sencillamente se durmió o, mejor dicho, el monstruo", dijo la sobreviviente Sue Ashford, que vio la ejecución en persona. "Creo que tendrían que haberle hecho lo mismo que él hizo en Oklahoma".
Larry Whicher, hermano de una de las víctimas, expresó que el condenado miró directamente la cámara con una mirada fija e inexpresiva momentos antes de su muerte, "y esa mirada fue muy elocuente". La cámara estaba suspendida del cielo raso.
"Él tenía una mirada desafiante de que si pudiera lo volvería a hacer", agregó Whicher. "No creo que se haya entregado al Señor. No creo que se haya arrepentido y creo que está en el infierno".
A pedido del condenado, ningún miembro de la familia de McVeigh vino a Terre Haute para la ejecución.