El Mundo

Del prestigio al chapapote

Cómo el naufragio de un petrolero, el 19 de noviembre del 2002, cubrió las costas gallegas de combustible y descubrió los costados oscuros del gobierno español

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Barcelona. El 19 de noviembre del 2002, en un día frío y tormentoso, se hundió en aguas del Atlántico frente a la llamada Costa de la Muerte, en Galicia, el petrolero Prestige (propiedad de un armador griego y bandera de Bahamas), con 77.000 toneladas de fuel en sus bodegas. Hacía una semana que el viejo y desvencijado buque vagaba a la deriva, partido y semihundido. Su edad (26 años), su deplorable estado de conservación y el hecho de tener un solo casco lo transformaban en una bomba flotante. Hasta que, en una tormenta de las que suelen azotar esa costa de nombre fatídico, explotó. El 13 por la mañana se abrió como con un abrelatas, y por la tarde sus dos partes descendieron durante más de dos horas hasta posarse en el fondo del mar.








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