Bamako. AFP, EFE El Gobierno de Malí decretó desde este viernes estado de emergencia de diez días, luego del ataque y la toma de rehenes perpetrados por presuntos yihadistas contra un hotel en la capital de Bamako, el cual causó la muerte de una veintena de personas.
Un grupo yihadista afiliado a al-Qaeda irrumpió el viernes en el hotel Radisson Blu, de la capital de Malí, y secuestró a más de 100 personas, antes de que una intervención conjunta de fuerzas malienses y extranjeras acabara con el secuestro.
No estaba claro el número de víctimas ni el de secuestradores. Al caer la noche, las autoridades dijeron que al menos 19 personas habían muerto, pero fuentes militares y de Naciones Unidas tenían la cifra de 27.
Los hombres armados permanecieron atrincherados durante nueve horas, mientras fuerzas especiales reconquistaban, piso por piso, el establecimiento.
Tres atacantes perecieron, según una fuente militar local, pero otras fuentes hablaron de 13 atacantes muertos.
El grupo al-Murabitun, dirigido por el argelino Mojtar Belmojtar, afiliado a al-Qaeda, reclamó la autoría del secuestro del hotel.
“Nosotros los Murabitun, con la participación de nuestros hermanos de al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), reivindicamos la operación de toma de rehenes en el hotel Radisson”, afirma la voz de un hombre en un extracto difundido por la cadena de televisión al-Jazeera.
A primera hora. El ataque empezó a primera hora de la mañana, cuando dos o tres asaltantes, según el Ministerio de Seguridad Interior maliense, penetraron en el hotel, donde había unos 140 huéspedes y 30 empleados.
Los asaltantes ingresaron en el recinto del hotel y subieron a los pisos superiores. “Están en el sétimo piso, son yihadistas que están disparando en el pasillo”, declaró una fuente de seguridad.
Fuerzas especiales francesas, llegadas de Burkina Faso, y estadounidenses colaboraron en las operaciones, mientras el caos reinaba en las afueras del hotel.
Al final de la tarde, el ministro maliense de Seguridad Interior, coronel Salif Traoré, informó de que ya no quedaban rehenes.
Las fuerzas policiales descubrieron inicialmente 18 cuerpos en el interior. El saldo final, según una fuente militar, es de 27 muertos. Bélgica afirmó que uno de sus ciudadanos, un alto funcionario, murió. También pereció un estadounidense.
En el establecimiento había ciudadanos de 14 nacionalidades como mínimo, según fuentes de seguridad y de la empresa gerente del hotel.
Inmediatamente después del fin del ataque, el presidente maliense Ibrahim Boubacar Keita –quien acortó su estadía en Chad, donde participaba en una cumbre del Sahel–, saludó en su cuenta Twitter “el profesionalismo de las fuerzas de defensa y de seguridad de Malí”.
El ataque en la capital maliense se produjo una semana después de los atentados en París, reivindicados por el yihadista Estado Islámico (EI), con un saldo de 130 muertos y 352 heridos.
Malí es una excolonia francesa; por esa razón, en París hubo quienes consideraron los hechos como una nueva agresión contra los intereses de su país.
Además, Francia lideró en el 2013 una operación militar internacional, que aún dura, para rechazar una ofensiva yihadista y expulsar a los grupos armados que ocupaban el norte de Malí.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se declaró preocupado por el hecho de que estos ataques ocurren en un momento en el que se pueden constatar “importantes avances en el proceso de paz” entre el Gobierno y rebeldes tuareg del norte.