Luisa Corradini GDA
París. El mismo día en que celebraba con toda pompa el 40° aniversario de su llegada al poder, el martes, el líder libio Muamar Gadafi humilló a Suiza, por segunda vez en 15 días, acaso para vengarse del desplante de Occidente, invitado ausente en las celebraciones.
Libia decidió retener a dos suizos que había prometido liberar, exigiendo una fianza millonaria. Quince días antes el presidente suizo viajó a Trípoli para disculparse por la detención, hace un año, de un hijo de Gadafi.
La presencia del presidente venezolano Hugo Chávez en la tribuna de honor hizo aun más notoria la ausencia de los principales líderes mundiales, que evitaron viajar a Trípoli para no legitimar a un régimen cuestionado, que todavía no terminó de salir del purgatorio político internacional.
Además de Chávez, unos 40 líderes africanos asistieron a las celebraciones organizadas por el “guía de la revolución” para festejar su acceso al poder el 1° de setiembre de 1969 tras derrocar al rey Idris I.
Piratas y pirotecnia. Junto a Gadafi, de 67 años, en la tribuna oficial también estaban el jefe de los piratas somalíes, Mohamed Abdi Hassan Hayr, que causa el terror en los mares del Cuerno de África, y el presidente de Sudán, Omar al-Bashir, cuyo arresto ordenó la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad en Darfur.
El espectáculo - ceremonia se realizó poco antes de la medianoche. Duró 90 minutos y costó $40 millones. Movilizó unos 800 bailarines, incluyó un gran despliegue de pirotecnia, música, camellos, caballos, globos aerostáticos, juegos acuáticos y patrullas de acrobacia aérea de Italia y Francia.
La ausencia de mandatarios occidentales tradujo claramente el disgusto de esta región por la triunfal recepción a Abdel Baset al-Megrahi, liberado el 20 de agosto por Escocia, que sufre de cáncer.
Al-Megrahi purgaba cadena perpetua por el atentado de Lockerbie, que dejó 270 muertos en 1988. A su regreso a Trípoli fue recibido como héroe. Después de esa afrenta, Londres bajó el nivel de su representación a la fiesta, a la que inicialmente iría el príncipe Andrés.
Las relaciones entre ambos países ingresaron en otra fase de turbulencia el domingo, después que el Sunday Times afirmó que la liberación de Al-Megrahi no fue un gesto humanitario, sino un acuerdo vinculado con la firma de un convenio por $900 millones que permitiría a la empresa British Petroleum (BP) iniciar trabajos de exploración de gas y petróleo.
Esa información fue desmentida por el gobierno británico.
Orgullo suizo. En forma paralela a las celebraciones, el régimen de Trípoli exigió a Suiza el pago de una “garantía” de $400.000 para liberar a dos suizos retenidos en Libia desde hace más de un año.
La decisión provocó una enorme consternación en Suiza, donde se esperaba el regreso de ambos detenidos antes del 31 de agosto, como había prometido Libia hace un par de semanas.
Tal acuerdo fue negociado por el presidente suizo, Hanz-Rudolf Merz, que viajó a Trípoli para presentar las excusas de su país por la detención “injusta e inútil” de Hanibal Gadafi, hijo del líder libio.
Hanibal y su esposa fueron arrestados en julio del 2008 en un hotel de lujo de Ginebra, acusados de torturar y esclavizar a dos empleados domésticos que trabajaban a su servicio.
Ante esa promesa, el gobierno suizo envió un avión a Trípoli para repatriar a los dos suizos. Pero, al cabo de una espera de varios días, el aparato regresó vacío a Berna.
La situación se agravó con el pedido de fianza, que el gobierno suizo considera un virtual rescate.
Los gestos de soberbia desplegados por Libia en los últimos días obedecen en parte a la necesidad de consolidar el frente interno.
Poder del petróleo. Gadafi, estiman los expertos, no teme desafiar, humillar y mofarse de Occidente pues sabe que ninguno de ellos se atreverá a desdeñar los atractivos de Libia: con 43.000 millones de barriles de petróleo de reservas, se prepara para invertir $30.000 millones para aumentar su producción a tres millones de barriles diarios.
En el plan 2008-2012, Gadafi previó invertir otros $75.000 millones en proyectos de energía, viviendas, turismo, puertos, ferrocarriles, hospitales y autopistas.