
Bagdad. AP. La mayoría chiita iraquí ganó casi la mitad de los votos en las históricas elecciones del 30 de enero, obteniendo un poder importante pero no el suficiente para formar un gobierno por sus propios medios, de acuerdo con resultados de los comicios difundidos ayer domingo.
Los chiitas, que permanecieron oprimidos durante mucho tiempo, probablemente tengan que formar una coalición en la Asamblea Nacional de 275 miembros con los otros grupos que obtuvieron una importante porción de los votos -los curdos (segundo lugar) y la lista del primer ministro Iyad Alaui (tercer lugar)- para ejecutar su agenda y elegir un presidente y primer ministro.
El presidente y dos vicepresidentes deberán ser elegidos por las dos terceras partes de los miembros de la asamblea.
Los grupos de la minoría sunita, que en gran parte boicotearon las elecciones y alientan la insurgencia, rechazaron los resultados de los comicios, incrementando las posibilidades de que continúe la violencia mientras los iraquíes intentan reconstruir su país.
Las autoridades dijeron que un total de 8,4 millones de votos se distribuyeron entre 111 listas de candidatos. Eso representa una participación electoral de cerca del 60%, por encima del 57% que se había vaticinado.
En la ciudad petrolera de Kirkuk, donde viven pobladores de varias etnias, los curdos salieron a las calles para celebrar los resultados que les permitirá tener una gran influencia en el gobierno.
Desde la caída de Sadam Husein, los líderes curdos se han concentrado en influenciar decisiones políticas en Bagdad, con el fin de reforzar la autonomía de sus provincias del norte del país.
Aspiraciones. Tres políticos chiitas de la lista ganadora, apadrinada por el gran ayatola Alí Sistani, se destacan como candidatos con grandes posibilidades para el puesto de primer ministro.
La aplastante victoria de la lista de la Alianza Unificada Iraquí reduce las posibilidades de que Alaui, un chiita laico, permanezca en su puesto, sobre todo porque la lista curda se sitúa por delante de la suya en los resultados.
Aparte del jefe curdo Jalal Talabani, que aspira al puesto, dos líderes chiitas son serios candidatos: el ministro de Finanzas saliente, Adel Abdel Mahdi, y el vicepresidente saliente Ibrahim Jaafari.
Abdel Mahdi es una de las figuras principales del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (cercano a Irán), pero su discurso es moderado. No confiesa públicamente sus ambiciones pero se presenta como el hombre del consenso que tiende la mano a los sunitas, grandes perdedores, y defiende una Constitución equilibrada.
Por otra parte, Ahmed Chalabi, que encabezó una de las listas de la Alianza Unificada, dijo que competiría para el cargo.
"Fui designado para el puesto de Primer ministro. Voy a trabajar con mis colegas para ganar ese cargo", declaró a CNN. "Estoy apoyado por la Alianza", añadió.