
Bogotá. AFP. El colombiano David Murcia, acusado de captar ilegalmente a través de “pirámides financieras” unos $920 millones y pedido por una Corte de Nueva York por lavado de activos, fue extraditado ayer a EE. UU. desde Bogotá.
Con la extradición se cierra un capítulo en la vida del vendedor ambulante que se transformó en magnate y cuya excentricidad motivó una telenovela en su país.
Fuertemente escoltado y con chaleco antibalas, Murcia fue trasladado a EE. UU. en un avión de la agencia antidrogas (DEA).
“Mi cliente está muy tranquilo y preparado tanto sicológica como judicialmente para ir a juicio a y vamos a ir hasta las últimas instancias”, dijo Aydé Trujillo, abogada defensora de Murcia.
Murcia, dueño del emporio DMG por las siglas de su nombre, era requerido en tribunales de Panamá y de EE. UU. por blanqueo de capitales y lavado de activos.
Murcia fue capturado en noviembre del 2008 en Panamá y deportado a Colombia, donde un año más tarde se le condenó a 30 años de prisión por captación ilegal de dinero y blanqueo de capitales.
Su extradición ayer generó polémica en algunos sectores de la opinión pública, que cuestionaron que no cumpla su sentencia en Colombia, donde tampoco pagará la multa de 24.850 millones de pesos ($12,4 millones) que se le impuso.
En Panamá, donde vivía en medio de lujos y exhibía costosos vehículos de colección, Murcia admitió haber financiado con seis millones de dólares la campaña presidencial de mayo del 2009, que ganó el derechista Ricardo Martinelli.
En tanto, una Corte de Nueva York lo acusa de mover $30 millones de narcotraficantes a través de una cuenta en Merrill Lynch y de adquirir nueve propiedades en Miami y una en California para ocultar ganancias ilícitas.
Según el juez colombiano José Reyes, DMG llegó a captar 4,8 billones de pesos (unos $2.000 millones) en una “danza de millones” a costa de 194.000 incautos afiliados.
El empresario de 30 años no pudo explicar cómo su empresa, que se inició con poco capital y en la que ejercía de vendedor ambulante de productos naturales al sur de su país, al cabo de seis meses era un lucrativo negocio con ganancias superiores al millón de dólares.
Tras seis años de operaciones, el gobierno colombiano intervino DMG en el 2008 con el argumento de que era una pirámide financiera y lavaba dinero del narcotráfico.
Junto con esta fueron intervenidas medio centenar de captadoras, en un fenómeno que arruinó a miles de ahorrantes y motivó disturbios por parte de miles de depositantes que lo apoyaban.