
Moqtada al-Sadr, cuyas milicias están combatiendo contra las fuerzas de Estados Unidos en la ciudad sagrada chiita de Nayaf, desea negociar un acuerdo para poner fin al sangriento conflicto, dijo ayer Ali al-Yasiri, un asesor del clérigo rebelde.
Yasiri urgió al gobierno interino de Iraq a tomar la oferta del clérigo seriamente, y recordó que cientos de civiles han muerto en Nayaf y en los combates que se han extendido hasta Bagdad, la capital.
“La puerta está abierta y permanecerá así, mientras que ríos de sangre fluyen en Nayaf”, dijo Yasiri. “Lo que estamos viendo es una violación de los derechos humanos. Las fuerzas de ocupación tienen una lujuria por la violencia y los oficiales iraquíes están adoptando, tristemente, las expresiones de (el derrocado) Sadam Husein”, agregó.
Las fuerzas de Estados Unidos combatieron ayer por tercer día consecutivo contra el ejército de Sadr en Nayaf, al tiempo que las muertes aumentaban en los peores enfrentamientos en Iraq en los últimos cuatro meses.
Los combates pusieron fin a dos meses de alto el fuego entre las fuerzas de EE. UU. y el Ejército Mehdi del clérigo rebelde.
Estados Unidos dijo que sus tropas habían matado a 300 combatientes. Un portavoz de la milicia lo desmintió y dijo que solo 36 chiitas habían muerto en varias ciudades en los enfrentamientos.
Amnistía limitada
Entre tanto, el primer ministro del gobierno interino iraquí, Iyad Alaui, anunció una “amnistía limitada” para los rebeldes y extendió una rama de olivo a Sadr.
Alaui dijo que no hay necesidad de leyes de emergencia para estabilizar a Iraq. Agregó que ha estado recibiendo mensajes “muy positivos” de Sadr, a quien invitó a participar en las elecciones generales de enero del 2005.
Un funcionario de alto rango que estuvo junto a Alaui en la rueda de prensa, dijo que la amnistía durará 30 días y que no se aplicará a los insurgentes que hayan asesinado, violado, robado o estén involucrados en acciones contra edificios del gobierno. La amnistía, dijo, busca que los ciudadanos regresen a la sociedad civil.
Por otra parte, Alawi ordenó ayer a la red de televisión por satélite al-Jazeera, con base en Qatar, que cierre su oficina de Bagdad por un mes.
El Primer Mministro dijo que una comisión había seguido las transmisiones de al-Jazeera durante las últimas cuatros semanas para determinar si estaba incitando a la violencia y el odio, y que la decisión se había tomado “para proteger al pueblo de Iraq”.
El ministro del Interior, Falah al-Naqib, dijo esta semana que los canales árabes alientan los secuestros al mostrar imágenes de rehenes amenazados con ser ejecutados.
La televisora tenía previsto emitir un comunicado anoche.