
Ciudad Hidalgo, México. AP Los comerciantes de esta localidad montañosa llena de pinos casi recitan de memoria la lista de pagos por concepto de protección que deben hacer al cartel de las drogas de La Familia para seguir operando: 100 pesos mensuales por un puesto en un mercado callejero, 30.000 por una concesionaria de automóviles o una ferretería.
Si uno no paga, sufre una paliza. Los reincidentes pueden perder la vida.
“Si está La Familia te golpean. Cada día llegan los madreados (golpeados) al hospital”, comenta el mecánico Jesús Hernández, aludiendo a un hospital próximo al taller donde trabaja.
Los carteles de la droga se han convertido en verdaderas mafias que extorsionan, cobran tarifas a cambio de protección y trafican de todo, desde personas hasta películas pirata en DVD.
La cocaína ya no genera tantas ganancias y resulta cada vez más difícil burlar a las autoridades de México y Estados Unidos, por lo que los narcos se han volcado a otras actividades, incluidas algunas que son relativamente más sencillas que las drogas.
Hace dos años y medio el presidente Felipe Calderón lanzó una campaña feroz contra el narcotráfico, en la que ya han muerto 11.000 personas y que convirtió localidades rurales tranquilas como Ciudad Hidalgo en campos de batalla.
Las bandas de delincuentes se insertan ahora en la sociedad mexicana como nunca antes, lo que hace que resulte más complicado combatirlos. Manejan empresas, generan empleos y ofrecen servicios sociales.
“Hoy los narcos tienen grandes empresas, son personas preparadas, profesionales, encabezan causas sociales para camuflarse”, expresó la legisladora Yudit del Rincón, de Sinaloa, estado controlado desde hace tiempo por el cartel del mismo nombre.
En Arteaga, una ciudad de Michoacán, el capo de La Familia Servando Gómez Martínez es venerado porque ayuda a la gente con alimentos, ropa y hasta atención médica.
“Esto es como Chicago cuando Al Capone manejaba todo”, comentó un agente estadounidense que no dio su nombre porque no estaba autorizado a hablar del tema. “Controlan todo, desde los lustrabotas hasta los choferes de taxis”, explicó.