
El Cairo. EFE y AFP. La ira desatada el pasado miércoles, tras la tragedia del estadio de Port Said donde murieron 74 personas, sigue aumentando y se mezcla con molestias que van más allá del futbol.
Al menos dos personas más murieron ayer durante los enfrentamientos entre policías y manifestantes de las barras. Al menos unas 1.000 personas resultaron heridas, según el Ministerio de Sanidad.
Los manifestantes van olvidando la batalla entre fanáticos del futbol para centrar su enojo en las Fuerzas Armadas debido a la mala gestión de la transición democrática, además de acusarlas de ser responsables de la tragedia deportiva.
Los egipcios reclaman desde hace meses una reestructuración del Ministerio del Interior y el respeto de las libertades, la justicia social y los derechos humanos.
Las condiciones de seguridad se degradaron en Egipto desde la caída del presidente Hosni Mubárak hace un año, principalmente porque la Policía es poco efectiva en cumplir su papel.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), dirigido por el mariscal Hussein Tantaui, se ha comprometido en numerosas ocasiones a ceder sus poderes a los civiles después de la elección presidencial prevista en junio.
Agresiones. La escalada de violencia llevó a los jóvenes ayer a prender fuego a la sede de los servicios de impuestos inmobiliarios, un importante edificio administrativo situado en la confluencia entre las calles Mohamed Mahmud y Mansur, en plena capital egipcia.
Otro grupo de hombres armados atacó e luego incendió un puesto de la Policía en el este de El Cairo donde liberaron a los detenidos al cabo de violentos enfrentamientos con los uniformados, indicó una fuente de seguridad.
En Dokki, otro barrio de El Cairo, cinco hombres irrumpieron en un puesto policial e intentaron robar el arma de un policía, según la misma fuente.