
Changsha, China (DPA). Una gigante y pálida cabeza de granito mira fijamente al otro lado del río Xiang hacia el centro de Changsha, la capital de la provincia central de China, Hunan.
Para algunos, los rasgos agudos y el espeso mechón de cabello volcado hacia un costado hace que la escultura se asemeja a Mozart o Beethoven. Pero se trata de la última, más grande y para algunos más polémica representación china del histórico líder del Partido Comunista, Mao Tse-tung, quien proclamó la República Popular de China en 1949.
"En la creación de esta estatua del joven Mao Zedong pusimos especial atención en diferenciarla de imágenes anteriores", dice Xie Liwen, uno de los artistas, citado por el periódico local "Xiaoxiang Morning Herald".
La cabeza de 32 metros de altura ubicada en la isla Orange de Changsha se basa en el aspecto de Mao en 1925, cuando tenía 32 años, con un estilo y tamaño que aparentemente sorprende a mucha gente.
La creación de esta nueva cabeza invirtió la tendencia en China, donde la mayor parte de las estatuas de Mao ya ha desaparecido de las plazas urbanas. "No hay ninguna necesidad de construir la nueva escultura", dijo a dpa Wang Zhangwei, un profesor retirado de la escuela de marxismo en la Normal University de Pekín.
"¨Por qué la construyeron? Mao objetaba la creación de estatuas de sí mismo", agregó Wang. "�l mismo decía: '¨Les parece correcto dejarme parado ahí, así haya sol, viento o lluvia?'".
"Creo que Mao firmó un acuerdo con otros líderes prominentes para cremar sus cuerpos una vez que hubieran muerto", dijo Wang. "Pero de todos modos los líderes (posteriores) construyeron un salón memorial para él".
El mausoleo de Mao en Pekín sigue siendo popular entre los visitantes, en parte porque la entrada es gratuita. Medios estatales informaron que 20.000 personas visitaron el mausoleo el 9 de septiembre, en el 30 aniversario de la muerte de Mao.
Otra estatua de 40 toneladas y de 20 metros, hecha en acero inoxidable, se terminó el año pasado en una universidad médica en la ciudad de Chongqing, no lejos de Changsha. Se decía que era el Mao más alto del país, antes de la construcción de la cabeza en Changsha.
Conocido a menudo como "Abuelo Mao" entre las generaciones más jóvenes de hoy, la mayor parte de los chinos sigue aceptando a Mao como el icono nacional cuya imagen se ve a diario en los billetes de renminbi (moneda popular) y colgando de los espejos de conductor de taxis y camiones.
Sin embargo muchos estudiantes chinos ven actualmente muy pocas diferencias entre el persistente culto a Mao y el movimiento espiritual Falun Gong, actualmente prohibido.
Poca gente apoya su ideología revolucionaria, incluso entre los líderes del Partido Comunista. Las copias del Pequeño Libro Rojo de Mao, agitadas por cientos de miles de estudiantes en actos masivos en la plaza de Tiananmen de Pekín a comienzos de la Revolución Cultural de 1966, se encuentran hoy en día confinadas a locales de souvenirs.
Las millones de insignias de Mao producidas en los 60 y 70, así como las pinturas de propaganda y los pósters, han atraído a coleccionistas chinos e internacionales, a pesar de que son pocos los que se interesan por su simbolismo ideológico.
No obstante, Changsha y el pueblo natal de Mao, Shaoshan, a 40 kilómetros de distancia, se encuentran en el corazón de un resurgimiento moderno del "turismo rojo". Changsha incluso recrea una versión lujuriosa y cursi de los ultramaoísta años 60 en un restaurante de la Comuna Popular.
"Saluden tres veces al presidente", le decía un guía a un grupo de turistas de gente mayor, que llegaba a la estatua de Mao que domina la plaza principal en Shaoshan el mes pasado. La mayor parte de los turistas obedeció bajando sus cabezas, y varios de ellos colocaron grandes arreglos florales a los pies del "gran conductor".
Pero muchas de las víctimas de los años 50, 60 y 70 consideran que la reverencia y la nostalgia están fuera de lugar. Para muchos Mao es personalmente responsable de las 30 millones de muertes de hambre después del "Gran Salto Adelante" (1958), y de otras muertes y persecuciones a causa de la Revolución Cultural que terminó sólo con su propia muerte en 1976.
Mao evaluó la Revolución Cultural como en un 70 por ciento correcta y en un 30 por ciento incorrecta, y el partido calificó el trabajo de Mao desde 1949 con notas similares. Además, el histórico líder chino cometió otro error desastroso, al alentar una alta tasa de natalidad en un país que ya estaba severamente superpoblado.
Gozaba también de banquetes y servicio en su habitación, con lo que sentó un precedente que los funcionarios del partido en todos los niveles siguieron con afán, una vez que adquirieron el poder para aprobar la avalancha de nuevas aventuras de negocios en los 80.
Una historia oficial del partido dijo que en sus últimos años Mao fue un trágico "gran revolucionario", quien, en busca de "una sociedad pura, perfecta socialista", terminó "atado a una concepción abstracta que estaba divorciada de la realidad".
Según Wang, el reciente resurgimiento del interés por Mao y por el "turismo rojo", incluyendo la construcción de la nueva cabeza, tiene principalmente fines comerciales.
"Creo que la gente ahora lo hace por dinero. Es demasiado comercial", dijo. "Creo que es mucho mejor llevar a la práctica su idea de servir a la gente de todo corazón que hacer esta escultura (en Changsha)", señaló Wang.