"Sólo Dios y la lluvia detendrán los incendios del estado amazónico de Roraima", afirmaron los bomberos brasileños y argentinos que luchan denodadamente desde hace una semana contra una decena de frentes en la región de Apiau, la más afectada por el fuego, a 123 km al suroeste de Boa Vista, la capital.
"Habría que haber atacado el fuego desde las primeras 24 horas. Después de casi dos meses de incendio, es prácticamente imposible controlarlo", declaró Alberto Carballo, responsable de 150 bomberos argentinos especializados en el combate de incendios de bosque.
Los argentinos llegaron en ayuda de los 350 bomberos brasileños desplazados a Apiau.
"Ahora, solo podemos confiar en la gracia de Dios y la lluvia", remachó el responsable.
"Roraima es el fuego más grande, en extensión, que jamás he combatido, pero no el más espectacular. En Argentina, cuando arde la resina de pino, esto provoca llamas sumamente altas", afirmó Carballo, quien ha extinguido más de 2.500 incendios en dos años.
Los argentinos disponen de cuatro helicópteros que lanzan agua para enfríar el suelo, pero con la excepcional sequía de este año, los "igarapes" (riachuelos del Amazonia) se han secado y el aprovisionamiento de agua resulta muy difícil.
El miércoles en Boa Vista, el general Luis Edmundo Maia de Carvalho, coodinador de las operaciones de extinción en Roraima, declaró que no tenía previsto pedir más ayuda extranjera que la llegada hasta ahora: 150 argentinos y 100 venezolanos (que trabajan en el norte del Estado).
Según él, hacen faltan 500 hombres más, que llegarán en los próximos días.
Los militares brasileños también se negaron en noviembre pasado a recibir ayuda de Naciones Unidas, que la volvió a ofrecer el pasado 20 de marzo y que el Gobierno federal aceptó, finalmente, el martes.
El fin de semana próximo se espera que lleguen a Boa Vista varios especialistas de la ONU para analizar la situación. También se espera la visita del presidente Fernando Henrique Cardoso, aunque la fecha está aún por determinar.