El joven no podía ser condenado a la pena capital, pues en el momento de los hechos tenía 15 años. En setiembre pasado se declaró culpable de cuatro cargos por asesinato y de 26 cargos de intento de homicidio, días antes de que se iniciara el juicio en su contra.
El 20 de mayo de 1998, Kipland Kinkel asesinó a sus padres, que eran profesores, después de haber sido expulsado del liceo Thurnston en Springfield por esconder un revólver en su casillero.
Al día siguiente, abrió fuego en la cafetería del establecimiento secundario, matando a dos estudiantes e hiriendo a 25, antes de ser aprehendido.
Mientras el juez Jack Mattison se dirigía a Kinkel, Mark Walker, padre de Ben Walker, uno de los estudiantes asesinados, se desplomó en la sala del juzgado. Varios oficiales evacuaron la sala e indicaron que aparentemente Walker sufrió un ataque cardíaco. Su condición era desconocida hasta el momento.
Antes, Walker había declarado que si "Kinkel estaba en la cárcel sin posibilidad de liberación por el resto de su vida, eso podría (...) impedir a otro joven llevar un revólver a la escuela".
"Esa sería la única cosa positiva que saldría de esta tragedia", había agregado.
Kinkel permaneció de pie mientras escuchaba al juez anunciar el fallo, sin mostrar ninguna emoción. Previamente indicó: "Estoy verdaderamente desolado por todo esto", y dijo que amaba a sus padres.
"Estoy tan contenta de haber terminado con esto", afirmó una de las víctimas de la balacera, Teresa Miltonberger.
"Estoy contento con la sentencia de 111 años que recibió", señaló Gabriel Thomas, otra víctima que resultó herido de bala en el brazo.