
San José (Redacción). Sobre las cabezas que se pasean a diario en pleno corazón capitalino, se levantaban rótulos alusivos al restaurante Wendy’s. La mañana de ayer, así como las del resto de la semana, varios volanteadores anunciaban con grandes carteles los precios de oferta de la empresa.
La labor de esas personas tiene jornada laboral establecida, requiere el uso de un “uniforme” y es retribuida con un salario. “Hay gente que piensa que esto no es un oficio, creen que uno está aquí de vago pero volantear es un trabajo digno”, manifiesta consternada Rosa Brizuela. La señora de origen nicaragüense lleva cuatro meses laborando para Innova, compañía dedicada a la promoción de marcas con “rótulos humanos”.
Así como Brizuela, varios compañeros suyos pasan todo el día repartiendo volantes a cuanto peatón sea posible. Según Edgardo Mejía, otro de los trabajadores, por cada tres horas entrega un aproximado de 1.000 volantes; eso tomando en cuenta que no todos aquellos que transiten la zona aceptan recibir los papelitos.
La responsabilidad no es fácil
Esteban Delgado, de 21 años, también funge como volanteador, pero su trabajo se mueve a lo largo del día: su jornada comienza en San José, luego se traslada en moto a Wendy’s Santa Ana, más tarde se va para el cruce de Escazú, donde reparte información de KFC y en la noche termina en Forum. “Es cansado”, afirma.
“La gente piensa que estar aquí parado repartiendo información es muy fácil, pero les aseguro que a nadie le gustaría estar ocho o nueve horas diarias de pie, aguantando lluvia y las ofensas de algunas personas”, dice Edgardo.
Este viernes, el empleado de 46 años tenía su puesto a un costado de la Plaza de la Cultura. Los transeúntes le pasaban a un lado: algunos aceptando los panfletos, mientras otros volvían la mirada para ignorar su presencia.
A unos 200 metros, Rosa Brizuela era la encargada de volantear. “Hay gente que agarra los papeles y se los tira a uno en la cara, o que le escupen cuando pasan”, dice sobre las malas experiencias que ha vivido en su trabajo diario; no obstante afirma estar feliz con lo que le toca hacer cada día: “A la gente le sirve que le demos esto, estamos ofreciendo productos en oferta que podrían ayudar al bolsillo de muchas personas que no tienen para gastar ¢2.000 en un almuerzo”.