Los cafetaleros perdieron 75.622 fanegas de grano en fruta (igual cifra de sacos de 46 kilos o quintales de café beneficiado) por el ataque del hongo “ojo de gallo”.
Así lo determinó un informe oficial del Instituto del Café de Costa Rica (Icafé), luego de recibir los detalles de cada una de las “regiones cafetaleras” del país.
En caso de que el volumen de café perdido se colocara al precio promedio acumulado del grano nacional para la cosecha 2010-2011, que está en $187 por quintal, el valor total de la pérdida sería de $14 millones.
Este precio, empero, es atípicamente muy alto; el año pasado, a esta misma fecha, estaba en $151 por quintal, según los registros del Icafé.
El impacto del ataque del hongo causó que en la tercera estimación de la cosecha 2010-2011 el Icafé bajara la previsión a 2.095.098 fanegas desde las 2.170.720 fanegas de la segunda estimación, realizada en agosto pasado.
Aun con la merma en el volumen estimado de producción por el ataque de esa enfermedad, la cosecha 2010-2011 será un poco más alta que la del período anterior, resaltó el Icafé.
Pero el incremento ya no será del 12%, como se esperaba inicialmente, sino ligeramente superior al 8%, detalló la entidad.
Esta “región cafetalera” incluye cantones de las provincias de Cartago y Heredia. Por volumen de cosecha es muy importante pues ocupa el tercer lugar en el país, detrás de Los Santos y el Valle Central Occidental.
También se presentaron pérdidas importantes en los cantones de Los Santos (Dota, Tarrazú y León Cortés) y en la “región” de Coto Brus, según el informe.
Los ataques de “ojo de gallo” significaron un duro golpe para el sector cafetalero pues busca la manera de aumentar el volumen de producción para aprovechar la etapa actual de buenos precios.
El “ojo de gallo” es un hongo que afecta primero el follaje (hojas) de la planta, pero también aparece en los granos si el ataque es muy fuerte. Los daños que causa llevan a la pérdida de las hojas y frutos.
Como otros hongos, se caracteriza por su rápida propagación y fuerza en condiciones de alta humedad. Por eso, el ataque se fortaleció con los aguaceros de finales de setiembre e inicios de octubre, según los expertos.
La enfermedad causa estragos especialmente en las zonas más altas, las cuales ya tienen temperaturas bajas aun en condiciones normales de clima.
Ronald Peters, director ejecutivo del Icafé, explicó que el cambio del clima a condiciones más secas evitó una mayor pérdida. Además, la merma en las lluvias permite fumigar y controlar el mal.