Jorge GuardiaEn la revisión del Programa Macroeconómico del Banco Central encontramos varias lecciones de economía para quienes no creían en su política monetaria (escépticos) y algunas reprimendas dirigidas a quienes pretendían cambiar el régimen cambiario a su favor. A la mayoría de los participantes en este blog , por fortuna, no le llovió sobre mojado.
Producción. Evidentemente va a la baja. Si bien los titulares lo anuncian como un alza en la proyección frente a lo previsto en enero, lo real es que la tasa de crecimiento del PIB, medida por la variación del IMAE, se está desacelerando.
En el primer trimestre alcanzó 5,1% en términos reales pero, para cerrar en 4% al final del año, la expansión en los últimos meses tendrá que ser menor.
Además, se perfila un crecimiento menor en el 2011, del 3,9% según el Central, pero de solamente el 3% según la Cepal. En ello influirá, sin duda, la ralentización observada en EE. UU. y la UE.
¿Cuáles sería las consecuencias prácticas para las empresas? Un menor volumen de ventas comparado con la etapa expansiva del ciclo productivo, aunque mayor que en el 2009. Las empresas tendrán que planear, por lo tanto, niveles de producción con base en un crecimiento real más moderado, lejos del experimentado en 2007 y 2008.
Las importaciones de materias primas y bienes de capital también deben ser concordantes con esas tasas de crecimiento.
Sabemos, desde luego, que no todas las empresas se enfrentan a la misma demanda. La observación es en términos generales.
Inflación. En la polémica sobre inflación o crecimiento, el Banco Central escogió la primera. Eso fue, precisamente, lo que recomendó el FMI en su último informe.
Para sorpresa de los críticos de las políticas monetaria y cambiaria del Banco Central, incluyendo a los escépticos, las metas de inflación se mantienen entre 4% y 6% en 2010, y entre 3% y 5% en 2011. Las razones aducidas para mantenerse incólume son bastante firmes.
Recuérdese que las expectativas todavía rondan el 7,2% para este año. Nosotros, en cambio, hemos sostenido que se había producido un cambio fundamental en las políticas del Central y había buenas posibilidades de alcanzar la meta o, por lo menos, acercarse mucho.
Dos razones nos inducían a pensar así: la flotación del tipo de cambio dentro de las bandas liberó la política monetaria y le permitió ser más efectiva; y la nueva visión del Central indica que su objetivo esencial es controlar la inflación.
En apoyo de ello vemos la evolución más conservadora de los agregados monetarios y crediticios.
El Banco Central dice claramente en un pasaje que en esa apuesta “pone todo su prestigio en juego” y lo que corresponde es que “los empresarios y agentes modifiquen sus expectativas”, con base en un estudio más serio de las políticas, agrego yo. El Banco les dio, discretamente, una regañada.
Régimen cambiario. Contrario a los augurios de los banqueros privados y algunos empresarios, el Banco Central mantendrá el régimen cambiario tal cual, hasta alcanzar la flotación administrada propia de Inflation Targets.
Más aún, afirma que respetará las bandas, lo cual significa que mientras las cotizaciones se mantengan dentro de ellas se abstendrá de intervenir. La política cambiaria permanecerá subordinada a la política monetaria.
Antes era al revés. Y aunque todavía no sabemos cómo se definirá la eventual “flotación administrada”, nos inclinamos por pensar que no será caprichosa ni complaciente, como esperan algunos. La lucha contra la inflación exige dejar que el mercado prevalezca sobe la seguridad cambiaria que antes brindaba el Central a los privados.
Tipo de cambio. Lo más relevante es la nueva llamada de atención a quienes argumentaban que una institución bancaria estatal manipulaba el tipo de cambio.
El Central identifica las razones que motivaron la caída, todas relacionadas con factores ajenos a una posible especulación, con excepción de una de ellas: los bancos privados cambiaron su posición en materia de moneda extranjera, vendiendo dólares y colonizando parcialmente su patrimonio. El Banco Nacional, centro de críticas, no fue una de ellas.
Tasas de interés. No alcanzarán los niveles previstos por los más pesimistas. Pero están llamadas a llegar a jugar un papel central en la política monetaria.
Hemos visto en los últimos días cómo han variado levemente, ubicándose alrededor de un 8%. La tasa de política monetaria del Banco Central se ha mantenido en 9%. Ambas tasas son consistentes con la inflación prevista por el propio Banco Central.