De todos los estilos, de cualquier material, de las más variadas tendencias y con el precio que necesite. Así se muestra actualmente el mercado del mueble en Costa Rica.
No existen datos concretos sobre el número de locales destinados a la venta de muebles, pero algunos ejemplos hablan de la situación imperante.
Altea abrió su primera tienda hace cerca de un año en Escazú y hoy cuenta con tres locales en diferentes puntos de la capital.
Hace dos años El Artesano estrenó su primera tienda en una histórica y costosa casa del Paseo Colón, y en este momento cuenta con cinco más incluida una en Pérez Zeledón.
La Artística, un negocio de 70 años, recién inauguró un tercer local, que sus propietarios denominan la sala de exhibición más grande de Centroamérica, con 5.000 metros cuadrados.
Las causas de ese crecimiento, según los mismos empresarios, obedecen a la diversificación de la demanda, porque cada día se exige mayor variedad.
También responde al incremento que se ha presentado en los últimos años en el sector de la construcción.
El mueble importado ha tomado preponderancia y su procedencia es muy variada. Aun así, el mueble de fabricación nacional mantiene su demanda en algunos nichos.
Las cifras de importación de la Promotora de Comercio Exterior, basadas en datos de la Dirección General de Aduanas, indican que en el 2003 ingresaron muebles al país por $42.739.087.
Un año antes el monto fue de $37.047.064. Debe aclararse que la cifra incluye otros rubros, como el de mobiliario quirúrgico.
Alta demanda
El producto costarricense también se sigue vendiendo bien, según explicó Klarisa Araya, gerente de Muebles de Buenos Aires, en Palmares, Alajuela.
Explicó que en los últimos años la cantidad de empleados de la empresa se ha mantenido en un promedio de 60 y las ventas se conservan estables entre los ¢20 y los ¢25 millones mensuales.
Eso sí, reconoció, el problema del mueblero tico es que ha fallado en el mercadeo de su producto y en vez de ir a vender espera a que le lleguen a comprar.
En medio de la oferta disponible hay nichos que se han visto afectados, y entre ellos está el del mueble nacional fino.
Laura Urgellés, copropietaria de la mueblería Urgellés (antes Urgellés & Penón), fundada en 1906, dijo que, aunque sigue existiendo clientela que valora el mueble fino, el negocio también se adaptó a los cambios.
Por ello, en la actualidad importan cerca de la mitad del inventario que ofrecen, lo que les da la posibilidad de ampliar la gama de precios.
Urgellés recién abrió un segundo local en Escazú y ya analiza un posible tercer punto al este de la ciudad.
Para todos
El gerente de mercadeo de La Artística, Sergio Rudelman, considera que la dispersión de gustos en el mercado nacional les llevó a diversificar sus productos, por lo que hay compradores tanto para mueble clásico como moderno.
Lo más importante, agregó, es que la amplitud de la oferta también afecta los precios.
Los propietarios de la cadena Altea consideran que su incursión fue exitosa dado que pudieron demostrar que el mueble moderno no tiene que ser caro.
En su caso, lo que hacen para enfrentar la competencia con buenos precios es comprar grandes volúmenes y bajar los márgenes de utilidad.
Otro factor que ha hecho el mueble importado más accesible es que, aunque estos se diseñen en Europa o Estados Unidos, su fabricación se hace en naciones como China y con ello se disminuyen costos.
Urgellés dijo que las compras mayoristas de muebles se hacen en grandes ferias que generalmente se realizan en Estados Unidos, donde se negocia directamente con los fabricantes.
Otras empresas como Muebles Castani, en Sabana Sur, tienen su propia fábrica, en este caso en México, de donde traen un furgón cada dos meses, explicó su gerente, César Mora.
En el caso de El Artesano, Maribel Vallejo señaló que importan entre cuatro y seis contenedores mensuales de su fábrica en Medellín, Colombia, ciudad en la que nació la empresa hace 16 años, aunque ya tiene más locales en Costa Rica.