Los primeros alimentos son básicos para el desarrollo del recién nacido, y la leche materna sigue en el primer lugar.
Pero, ya sea por intolerancia a la lactosa (azúcar que contiene la leche) o porque la madre no puede alimentarlo, cada vez más las denominadas fórmulas son buenas alternativas. No obstante, cada caso debe ser evaluado para no correr riesgos.
Lejos de guiarse por una marca o el precio, tome en cuenta el consejo de especialistas.
Liana Castro Poll, pediatra del hospital Cima San José, explicó que en el mercado existen muchas fórmulas, pero lo fundamental es que sean adecuadas a la etapa de vida del bebé. Por eso las hay para los de cero a seis meses, de seis meses a un año y las de seguimiento de uno a cuatro años, comentó.
La leche corriente (de vaca) no es apta para niños menores de un año, explicó.
En casos en que los bebés son sanos, existen fórmulas que tienen componentes llamados pufas (ácidos grasos polinsaturados), los cuales ayudan al desarrollo de la vista y del sistema nervioso, detalló Castro.
Si es para niños con problemas de tolerancia a la leche, Castro aclaró que no es correcto pasar directamente a sustitutos como la de soya, pues también hay fórmulas sin lactosa. No es que la soya sea inadecuada, pero sí es menos rica en calcio y fósforo, opinó la experta.
Para aquellos niños que presentan problemas más severos por intolerancia a la proteína de la leche, también se puede recurrir a productos con proteína hidrolizada en distintos porcentajes. Estas fórmulas ya traen esas proteínas “digeridas”, indicó.
Además, en el caso de bebés prematuros que tienen requerimientos especiales en cuanto a nutrientes y valor energético, Castro aconsejó la búsqueda de fórmulas especiales, con mayor contenido de fósforo, calcio y calorías.
En cualquier caso, ya sea para suministrar una leche por primera vez o realizar un cambio, es necesario consultar al pediatra.
Los precios de las fórmulas van de ¢2.000 a ¢5.000. Las “especializadas” pueden alcanzar hasta los ¢12.000.